CONSTERNACIÓN…
Es la palabra que, este fin de semana negro, más leo en la red y la que también define el sentimiento que me invade a mí y a las personas que me rodean al ver las noticias e imágenes de este sábado en la isla de Utoya.
Según las primeras investigaciones sobre el asesino, se trata de un fundamentalista cristiano que además militó en un partido xenófobo… completito.
Y no me extraña la inclinación política y religiosa, pues resulta que los mayores crímenes de la humanidad se han perpetrado “bajo el manto” de instituciones conservadoras y ancladas en otra época como la iglesia católica , no hay más que echar un vistazo atrás y recordar, por ejemplo la conquista de América, llevada a la pantalla de una manera tan real por Roland Joffé en la película “La Misión ”.
¿Qué se puede esperar de una institución salpicada día si, día no,
por escándalos sobre prácticas habituales de pederastia?
Una institución que cree en la caridad ejercida
desde la supremacía y la omnipotencia,
es decir, en la protección de los más débiles como pobres seres inferiores.
Nunca lucharon, defendieron ni creyeron en el estado social, de derechos, es decir, una sociedad donde, por el hecho de ser ciudadanos y ciudadanas,
todas las personas: pobres, ricas o a medio camino,
todas las personas: pobres, ricas o a medio camino,
generásemos y disfrutásemos de PLENOS DERECHOS
sin tener que sentirnos pedigüeñas.
Claro que esto quizás dejaría en evidencia el “tinglado” que algunos tienen montado “en el nombre de Dios”.
¿Qué se puede pensar de una institución que considera a la mujer (costilla de Adán)
un ser inferior, responsable de todos los pecados del mundo
un ser inferior, responsable de todos los pecados del mundo
e indigna de participar en los espacios públicos?
Espero que al menos salgan diciendo eso, “que se trata de una oveja descarriada, un feligrés incontrolado”… De punta se me ponen los vellos al pensar que se hubiese tratado de un sindicalista, ni imaginar quiero los titulares de El Mundo, ABC o Intereconomía…
Para terminar os dejo dos reflexiones en este post:
Por un lado, cada vez que tenemos noticia de un acto violento, desde un robo, pasando por un asesinato y llegando a una masacre, difícilmente nos encontramos a una mujer detrás (y no será por una proporción matemática, pues somos algo más de la mitad de la población). Esta realidad no hace más que reafirmarme en mi convicción, somos distintas, y desde esa diferencia (también en nuestro comportamiento) tenemos mucho que aportar a este mundo y sólo podemos hacerlo desde los órganos donde se decide: dirigiendo el mundo, la política y la economía.
Otro dato para la reflexión, en este momento son mínimo 93 personas muertas por los atentados en Oslo. La violencia machista se llevó por delante en nuestro país la vida de 71 mujeres en 2010. De otras 33 víctimas en lo que llevamos de 2011. Con esto, lejos de generar polémica, sí quiero denunciar que, aunque con un impacto mucho menor que los hechos del pasado viernes, sí es cierto que existe una masacre continua mucho más sutil y silenciosa a la que desgraciadamente nos estamos acostumbrando.
Y ésta no es menos merecedora de una gran CONSTERNACIÓN…
APL