Me despierta todos los días la Cadena Ser. Hoy tenía turno de
tarde en el trabajo así que me quedé un rato rezagada escuchando la
radio-despertador. Poco tardé en cabrearme de nuevo, como hace unas semanas.
Vuelve al ataque el “machismo institucional”, otra vez. Y otra vez con la
Consejera de Presidencia, Susana Díaz.
En esta ocasión
era José María Rodríguez de la Borbolla “ex-ex Presidente de la Junta de
Andalucía”. Si no me equivoco, este señor ocupó ese cargo con tan sólo 37 años,
dos menos de los que ahora tiene Susana. Pero por lo visto con mucho más bagaje
y “crecimiento personal” que ella, según podría deducirse de sus críticas
declaraciones. José María, según afirma, no ve preparada a Susana. Y he aquí
una desventaja, no podemos darle a la máquina del tiempo hacia atrás y
descubrir qué pensaban de él entonces.
Pues claro que
no la ven, ni la verán nunca, ni a ella ni a ninguna otra. Los "señores
señoreados" que ejercen el poder, en general no suelen ver a nadie más que
a ellos y a su "camarilla", no les da por favorecer la “integración”
en altos cargos de personas jóvenes o de mujeres.
Estoy
convencida de que se trata de una estrategia de supervivencia: obstaculizan la
llegada, la participación en reuniones de alto nivel, el acceso a la
información y al entramado en que se desarrolla el día a día político. Y llegada
la hora, a las que (bichos de ellas) consiguen estar a la altura y mantenerse,
muy a su pesar, las tachan de perversas y del uso de técnicas implacables
(aunque se trate de las que aprendieron de ellos mismos). A las que no llegan a
sobrevivir les dan las gracias por los servicios prestados y les achacan falta
de experiencia, impaciencia, lo que venga bien para tranquilizar al “aplaudidor
auditorio” siempre fiel y leal al líder, después adiós muy buenas y vuelta a
empezar. Como consecuencia, la rotación de mujeres en los cargos de
responsabilidad para mantener la cuota numérica de género y evitar que
consoliden como ellos sí hacen. Eso sí luego se pegan unos discursos de
igualdad que te quedas boquiabierta…
No conozco al
detalle las habilidades de la Consejera de Presidencia, pero desde luego
últimamente si destaca alguna, es justo la de dejar en evidencia clara, pública
y notoria ese machismo institucional, rancio y arraigado en esta sociedad que
no para de caminar hacia atrás.
A este señor,
retirado ya de la vida pública (al menos eso dice la Wikipedia de él) hay que
reconocerle sin duda alguna, la gran herencia que él y otros “varones” de su
generación nos han dejado a Andalucía. Pero, en mi modesta opinión, habiendo
sido parte tan importante de la historia del pueblo andaluz, hoy no debiera, ni
él ni ningún otro, ser noticia justo por resistirse a que la historia continúe
por otros derroteros que nada tienen que ver con etapas de antaño.
Llama la
atención cómo cada vez que asoma la cabeza alguien que no responde al perfil de
la manada, los viriles rugidos empiezan a resonar desde lo más profundo de la
selva. Implacables, ellos sí que lo son. Tan implacables que para que un perfil
como el de una mujer joven sea aceptado, ha de llegar de la mano de alguien tan
veterano y como mínimo, igual de implacable que ellos. Alguien con la misma
experiencia, eso sí con distintas aspiraciones. Y es que nada parece tener que
ver Pepe Griñán con aquellos “apoltronados de profesión”. Sobre eso no creo que
a estas alturas quepa duda alguna.
Bastante (me da
la impresión y quede claro que es una impresión muy personal) ha debido lidiar
el actual Presidente de la Junta para mantener a raya al patriarcado político
de turno a la hora de dar mínimamente un aire nuevo a tanto entorno de “rancio
abolengo” y rodearse de dos perfiles jóvenes como son los de Mario Jiménez y
Susana Díaz.
Entre los que
se resisten atrincherados al pasado como la familia Alcántara en “Cuéntame”,
los que piensan que la Revolución hay que hacerla “a la de ya” (porque está
claro que vamos tarde) y los que hasta ven en perfiles como el de Susana Díaz
“más de lo mismo” no hay manera de sacar esto adelante. Las estructuras están
inmóvilizadas, petrificadas y al final terminarán derrumbándose por su propio
peso. Eso sí, llegado el momento del derrumbe que no nos quepa la menor duda
que habrá alguna mujer por ahí a la que echarle la culpa.
Hay dos
argumentos muy socorridos en casos como el que abordo en este post. Uno el
manido “lo de mujer y joven no ha de ser una prioridad, lo importante es la
valía y capacidad”…Me llevan los demonios cada vez que oigo esto. ¿Nos toman
por tontas? ¿O es que quieren decir que no estamos en la dirección de la
política, ni de las organizaciones e instituciones porque nuestra valía o capacidad
es menor? Está claro que hay un problema de representatividad, no hace falta
que lo diga el 15M (o sí). En nuestro caso, el de las mujeres, más grave si
cabe, a pesar de ser más de la mitad de la población no decidimos sobre los
problemas y el futuro de ésta. Y por supuesto estoy convencida que esto más que
tener que ver con una cuestión de valía, lo tiene con una cuestión de
resistencia patriarcal y machista. De negarse a hacer un ejercicio de
responsabilidad y de generosidad y dejar hueco.
Otro de los
argumentos esgrimidos es “no oigo propuestas convincentes por parte de jóvenes
ni de mujeres”… Nos ha jodido (con perdón) como para oírlas, si no les dejan ni
respirar. Si el 90% del tiempo en este tipo de “estructuras macroestructuradas”
lo pasan esquivando dardos que tiran a matar, reponiéndose a las zancadillas e
intentando saber por dónde va todo detrás de esas solemnes puertas de despacho
que se cierran en sus propias narices para, entre otras cosas, no oír
propuestas distintas precisamente…
Me pregunto qué
habrá hecho Susana Díaz para merecer la ira de tanto dios celestial y sólo
encuentro una respuesta: ser mujer y tener posibilidades.
En fin,
insisto, dejen paso señores, dejen paso que el barco se hunde.
APL
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