lunes, 9 de diciembre de 2013

El sindicalismo en la UCI


Tal día como hoy murió, hace 88 años, Pablo Iglesias, el fundador de la UGT. Mucho dista la situación del sindicalismo de entonces con el de ahora. Probablemente si Pablo levantara la cabeza, no sabría ni por dónde empezar.
Que la situación actual del la UGT en Andalucía es más que grave no lo duda nadie a estas alturas. Al menos en algo hemos avanzado porque sólo cuando tenemos el diagnóstico claro, buena voluntad y ganas de trabajar por cambiar las cosas somos capaces de tirar adelante.

Pero hay dos opciones una vez reconocida la situación. La actitud inmovilista y conservadora: esperar que todo cambie sólo una vez que pase la tormenta y, en todo caso, si la situación aprieta demasiado, echar mano de la vieja estrategia de la “cabeza de turco” que puede ser algún trabajador (al que despedir) o ex dirigente (al que meter en “Comisión de Garantías” para expulsar). O como segunda opción está la actitud inconformista y proactiva que podría devolver al sindicato a la vanguardia: aprovechar la situación para sanear y regenerar. Opción ésta última en la que con toda probabilidad habría que reconocer errores e incorporar a la parte crítica también en los órganos de decisión.

No soy muy veterana en esto de las crisis del sindicalismo, a pesar de llevar un tercio de mi vida militando en él. Los viejos del lugar (y hablo de “los viejos” con todo el cariño y respeto porque de ellos he aprendido mucho) me cuentan “que cuando la PSV” también fue muy grave, pero “tenemos 125 años y somos una gran organización, no van a acabar con nosotros tan fácilmente”. Esta frase implica dos cosas, por un lado la “herencia recibida” como algo intocable y sagrado y por otro, la trampa de diferir toda la responsabilidad en “los otros” sin pararse a pensar qué se ha hecho mal, no todo es “ataque mediático de la derecha”, y en su caso, si lo fuere ¿qué estamos haciendo para contrarrestarlo?.

Esto último me lleva a pensar que “los viejos del lugar”, sabios por su edad, son también conservadores por su experiencia. Conozco a muchos de ellos, muchos cuyo verdadero altruismo podría ser clave para ayudar a impulsar el cambio. Pero conozco a muchos otros cuyo egoísmo les lleva a agarrar la organización entre sus toscas manos, apretarla bien fuerte como si de una propiedad personal se tratase y con la presión hacerla saltar en añicos como ha ocurrido en el caso de UGT Andalucía, donde los segundos, los egoístas, ganaron la batalla del poder y la seducción a los primeros, los altruistas, que acabaron sometidos.

Un día, allá por septiembre de 2009, me vendieron la moto de la regeneración y del cambio, de la incorporación de perfiles más actuales que impregnaran de savia nueva y que estuviesen preparados para, en un futuro no muy lejano, dirigir la organización. Concretamente me la vendió Manuel Pastrana el propio Secretario General de UGT Andalucía en aquel momento. Y sí, yo se la compré.

Pero lo peor de todo es que le compré más motos, la del staff de los vicesecretarios, liderado precisamente por el entonces vicesecretario de organización Francisco Fernández Sevilla. En palabras literales del propio Pastrana “a lo largo del mandato las vicesecretarías irían dando un paso atrás y las secretarías adelante hasta estar completamente preparados para dirigir el sindicato”. Fue así como nos colocaron una especie de “tutor inseparable”, en mi caso tutora, que dirigida y orientada por el propio Fernández Sevilla terminó agriando la savia nueva, sometiendo toda espontaneidad y claramente invisibilizando nuestro trabajo. En lugar de abrir paso, cerraba cualquier posibilidad de autonomía, bloqueaba cualquier forma de trabajo e iniciativa que nada tuviera que ver con el pasado. Todo ello acompañado de un Secretario General al que cada vez veíamos menos y con el que ya casi no había forma de “despachar”.

Cuando me di cuenta, como dice mi amigo Alfonso, tenía el garaje lleno de motos, y ninguna andaba. El staff o “La élite del pétit comité  a la que describo en mi artículo de fecha 25 de octubre de 2012, terminó secuestrando el cambio y fue entonces cuando el cambio se convirtió en el recambio, como también describo el “El manido cambio.

Lógicamente decidí no continuar formando parte de una ejecutiva liderada por Pastrana o por Fernández Sevilla, así de claro pero con palabras algo menos educadas se lo manifesté a los secretarios generales de los que dependo, el sector del comercio, la hostelería, el turismo y el juego. Me “desliberé” y me fui a mi empresa donde la labor sindical siempre ha sido muy necesaria. Mientras, el resto del Staff y de “compañeros leales” siguen liberados y recolocados en fundaciones en las que no se sabe muy bien que labor desempeñan, pero supongo que serán muy útiles para seguir bloqueando e impidiendo el cambio y la regeneración.

Estoy segura, y así me lo hacen llegar estos días por las redes sociales entre otras vías, que mi experiencia personal es la de muchas otras personas que han ido pasando por esta más que digna organización. Unas se han ido aburridas, tirando la toalla, otras se trasformaron para sobrevivir, convirtiéndose en grises ejecutores, y otras, simplemente hacen lo que pueden, ignoradas en algún rincón. Y lo peor es que algunos aún se rasgan las vestiduras cuando ven proliferar las distintas plataformas sociales.

Creo que merece la pena superar los sinsabores, seguir luchando y aportar en positivo al horizonte que se abre y que algunos pretenden cerrar con pestillo. En un momento como el actual en el que todo está en cuestión no sólo los sindicatos, también los partidos políticos, el resto de instituciones e incluso la forma de organizarnos, no puede caber la duda de sindicatos sí o no, en todo caso qué tipo de sindicato queremos. Los sindicatos tienen una más que demostrada trayectoria de conquistas sociales.

Se hace necesario poner en valor la utilidad del sindicalismo y ahí tienen un papel protagonista esas personas que están en primera línea, en los comités de empresas, esos que cuentan con una mayor representatividad por el simple hecho de que los votan afiliados y no afiliados. Esos que se parten el cobre con el empresario en las mesas de negociación para arrancarle mejoras colectivas para sus representados.

También es un momento apasionante para tomar distancia, hacer un análisis más profundo de la realidad socio-laboral y proponer cambios que nos permitan construir un sindicato más moderno, más útil y más ágil, que responda de manera eficaz a los problemas que este Estado, secuestrado por un partido ultraconservador como el PP, pretende cronificar.

Me parece que sería muy positivo que el sindicato y sus dirigentes empezasen a analizar qué problemas tiene la ciudadanía y por qué nos son capaces de  superarlos. Y hablo de analizarlos al margen de esas comisiones de trabajo esos foros perfectamente controlados en los previos de los procesos congresuales, esos en los que no todos participamos. Es imprescindible mejorar la representatividad y poner en marcha nuevas iniciativas:

Por una cuestión de espacio no ahondo mucho más en estas ideas, pero aquí las dejo y las desarrollaré en futuros artículos.

1. Hay que eliminar la brecha generacional, los jóvenes deben formar parte de las ejecutivas, dejarles actuar y hacerles sentir que se comparte el espacio con ellos en igualdad de condiciones. Un sindicato no puede permitirse proyectar una imagen envejecida. El perfil gris de señor que ha superado los cincuenta con unas condiciones laborales dignas no es actualidad.

2. Hay que eliminar la brecha de género. El techo de cristal y la segregación horizontal de mujeres en el sindicato hay que superarla. Un sindicato no puede proyectar una imagen machista. Las mujeres, la mitad del mundo, tenemos mucho que decir y opinar, también gestionar. Feminismo y sindicalismo deben ir de la mano.

3. Acabar con las conductas mas propias del clasismo que del sindicalismo, me refiero al tanto tienes, tanto vales. Las federaciones y los territorios más grandes no deben imponerse sobre los demás sino solidarizarse. En demasiadas ocasiones los equilibrios de poder y las cuotas territoriales y sectoriales impiden poner en la dirección del sindicato a las personas más capacitadas.

4. Dada la situación en las empresas, además de contar con un gabinete jurídico lo más potente posible y a la altura de las necesidades actuales, podría recuperarse la llamada “caja de resistencia” para huelgas y paros.

5. Promover una federación de personas en búsqueda de empleo, quizás les sería más fácil organizarse y buscar alternativas así que como se encuentran en la actualidad, como personas paradas con cuota especial en los distintos sectores (en general al que pertenecían en el último empleo).

6. Promover la autonomía y la gestión de los recursos económicos. Si los recursos se centralizan como ocurría en UGT Andalucía, las secretarías cuentan con una especie de “poder prestado” y no pueden responsabilizarse de una propia gestión económica.  De la misma manera cuanta mayor autonomía económica tengan los sectores y territorios, más libres serán para poder ejercer la crítica, que siempre es positiva.

7. Trabajar codo a codo con las asociaciones de consumidores para avanzar en el concepto trabajador=consumidor. Cada persona es distribuidora a la vez que perceptora de la riqueza, lo que le otorga una mayor fuerza frente al empresariado y al propio gobierno.

8. Acercamiento a las empresas de economía social para avanzar en un modelo de relaciones laborales que respete al trabajador y sus derechos y puedan convertirse en competencia de las empresas al uso con modelo obsoleto y explotador.

9. Trasladar de una manera clara la importancia de la financiación publica para los sindicatos poniendo en valor y siendo capaces de trasmitir al conjunto de la ciudadanía de una manera didáctica la utilidad de los sindicatos para el día a día de cada persona y para el conjunto de la sociedad.

10. Transparencia absoluta en las cuentas del sindicato. Hacer público cada euro que entra y a qué se destina, por ejemplo en la web del sindicato.  
Vamos tarde. Los sindicatos corren el riesgo de que cuando sean conscientes de que necesitan una transformación, se pongan en marcha y lleguen al destino, el paisaje puede que haya cambiado tanto aquí fuera que se encuentren con la surrealista situación de que tengan que volver a empezar y trabajar en un nuevo cambio.


APL

2 comentarios:

  1. Muchas y buenas ideas, Ana. No puedo extenderme más que lo educadamente cabe en un comentario. Pero me quedo con la necesidad de abrir espacios, fundamental. Y preciso: que esos espació tengan peso politico, es decir, reconocer en la discrepancia, en la critica, un caudal de fuerza, con necesaria representación en los órganos de control. Si no se convierten en coro del sanedrín. No es normal en una organización de la dimensión, amplitud y complejidad como es la UGT ver a muchos secretarios provinciales -territoriales y sectoriales- sacar pecho por una gestión del 100%. Eso no es normal. Salvo excepciones.
    De otro lado la agilidad, el dinamismo. Efectivamente la UGT que legó Pablo Iglesias era una organización de otros tiempos. Las nuevas realidades laborales, sociales, economicas, culturales obligan a una adaptación inmediata, de una estructura anquilosada. Los mecanismos de acceso a la organización no pueden ser mostradores, por favor.... y lo ultimo: la transparencia, ahi has dado en el clavo: acceso via web a toda la contabilidad e información economica para todos los afiliados. Euro que salga y euro que entre clarito, clarito. Los tiempos lo exigen y los afiliados lo merecen.

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  2. Ana, comentas que "Probablemente si Pablo (Iglesias) levantara la cabeza, no sabría por donde empezar", refiriendote a la necesidad de arreglar las cosas en el sindicato.
    Si me lo permites, quizás yo pueda ayudarte en esa labor. Lo primero, y fundamental , es que el movimiento se demuestra "andando", y andar, para un sindicato de clase que lucha cada día contra la Reforma Laboral, significa en primer lugar rechazar enérgicamente y sin ambages las medidas emprendidas contra sus propios empleados (cosa que tu no haces), quienes sin "comerlo" ni "beberlo" ( y no quiero entrar en más detalles gastronómicos), están pagando las consecuencias de una gestión económica y sindical que pone los pelos de punta. Aplicar la Reforma Laboral ( o disimular unas condiciones muy cercanas a ella) cuando no había datos objetivos ni contrastables imparcialmente para hacerlo, como se viene demostrando día a día, cuando los niveles de afiliación, según palabras del recién dimitido Secretario General estaban mejor que nunca, cuando se dispone de un Patrimonio Inmobiliario absolutamente infrautilizado por valor de casi 20 millones de Euros... Conocer la verdadera naturaleza de los criterios de selección del personal despedido, muchos de ellos empleados de estructura con hasta 30 años de antigüedad laboral y sin vinculación con subvención alguna (espero), incluyendo el último despido perpetrado hace unos días con el beneplácito de la práctica totalidad de la estructura del sindicato, eso, Ana, eso si que bastaría para que los restos mortales del tan hipócritamente manoseado Pablo Iglesias dieran un respingo bajo tierra capaz de provocar un movimiento sísmico.
    Ningún cargo orgánico del sindicato, Ana, ninguno de los que tan alegremente cobraban ,además del salario en sus empresas, las llamadas aportaciones de "Colaboración Sindical" ( en cristiano, sobresueldos) de carácter fijo y periódico y al margen obligaciones tributarias y de Seguridad Social ( espero que tu no hayas sido una de ellas, aunque gracias a la libertad de prensa en nuestro país que supera ampliamente la transparencia económica del sindicato ante sus afiliados y la sociedad , basta un minuto para comprobarlo),... los que disfrutaban ( y disfrutan) del uso gratuito de inmuebles en el centro de nuestras ciudades, vehículos pagados con el dinero del (sindicato ?), ninguno de los que comen y beben sin preguntarse si su festín puede acabar siendo "un cambio de concepto" en una factura endosada a cargo de los contribuyentes. Ninguno de esos, Ana, puede arrogarse en la voz de la renovación, de la savia nueva, de la honestidad y de la transparencia. Echamos de menos, y creo que esa generación no es la tuya ni está cercana a llegar a los órganos de decisión del sindicato, personas de cojan el toro por los cuernos, que den los pasos atrás necesarios para de forma enérgica y decidida , pedir perdón y resarcir por los perjuicios causados, sin límite de coste ni de tiempo, a sus propios empleados, a los afiliados y a la sociedad en general. Son esas las personas que deben alzar su voz, porque el discurso programático que planteas suena demasiado a cambio de caras, y aquí nos conocemos casi todos. Gracias, en todo caso, por permitirnos ocupar este espacio para la libre reflexión, basta con analizar la censura realizada a diario en los Resumenes de Prensa elaborados por la dirección del sindicato para tomar pulso a la realidad de la organizacion. Y repito, el movimiento se demuestra "andando".

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