Siempre
fueron tiempos difíciles para esta empresa emblemática del sector turístico
andaluz, pero sobre todo para su plantilla. Desde que se inaugurase (por el Rey
y “su séquito”) allá por el año 1997, no ha habido demasiadas alegrías para las
personas que, día a día, trabajan allí. Esas que reparten sonrisas y felicidad entre familias y
niños pequeños.
Mientras los visitantes se adentran en un mundo mágico y pueden
olvidarse de sus problemas y de la tremenda situación social que vivimos, a sus trabajadores sólo
les queda el buen ambiente de trabajo que existe entre ellos, el compañerismo
y la calidad humana que rebosan unos y otros. Porque, en lo que a condiciones
laborales concierne, bien precarias son.
Atravesamos juntos muchos conflictos, dos expedientes de regulación de empleo durante los primeros años, lo que
denominaron una “operación acordeón”, la entrada de Cajasol en el accionariado,
un proceso de suspensión de pagos, la salida a concurso público de la empresa,
la ardua negociación de ocho convenios colectivos, y una, relativamente
reciente, negociación de descuelgue salarial. Como no hay mal que por bien no
venga, aunque fueron situaciones muy complejas, nos sirvieron a las personas que
representamos a la plantilla para formarnos sindicalmente, en la lucha y en la
defensa de los intereses de nuestros compañeros y compañeras, aprendimos a redistribuir lo poco que había de la manera más equilibrada posible.
En
honor a la realidad, he de decir que siempre hubo interlocución, diálogo entre
las partes, algo tan necesario en estos tiempos que corren. Llegamos a “tirarnos
los trastos a la cabeza”, gritarnos y diría que, casi, casi, insultarnos. Lo que se suele llamar “defender con uñas y dientes" los intereses de la plantilla, en nuestro caso, y los de la empresa, en el caso de la dirección de relaciones
laborales y la de recursos humanos…afortunadamente todo quedaba en la sala de reunión.
Y en la mayoría de los casos, tras cerrar la puerta, tanto la parte económica
como la social (empresa y sindicatos) salimos con un acuerdo en la mano, el
mejor acuerdo posible, dependiendo de las circunstancias de cada momento y la legislación vigente -cada día peor, por cierto-.
El
personal de la empresa siempre estuvo a la altura de las circunstancias, por
eso creo sinceramente, que son las personas que conforman la plantilla, el
mayor activo de Isla Mágica.
Es
triste que este proyecto, herencia de lo que fue Expo 92, no haya sido capaz de
generar empleo estable más que para unas 80 personas. El resto, unas 300 discontinúan, es decir, trabajan vinculadas al calendario de
apertura de parque y el resto del tiempo se apañan compatibilizando con otros
trabajos o percibiendo el subsidio por desempleo. Otras más de 200 personas son
contratadas temporalmente o subcontratadas a través de empresas de
mantenimiento, limpieza y otros servicios.
A
pesar de las dificultades, tengo que decir que jamás lo vi todo tan negativo como como estos días. A la crisis que siempre tuvimos dentro se añade la brutal crisis
externa. Y la entrada de CaixaBank en el accionariado, con un 82% del capital, lejos de abrir horizontes, ha venido a sembrar tempestades.
APL.
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