domingo, 17 de noviembre de 2013

Volver...con la frente marchita



Pasada una semana de la conferencia del PSOE, han sido muchos los análisis y valoraciones que he leído sobre ésta, desde el escepticismo absoluto de Juan Tortosa en “PSOE, no me creo nada” hasta el contundente y acertadísimo artículo de Soledad Gallego en el País, “Un discurso fuertemente político”, pasando por el post “Luces y sombras en la conferencia socialista” de Carlos Carnicero en su blog, que dicho sea de paso, es el periodista al que más tiempo llevo leyendo y  escuchando hablar sobre la crisis interna del PSOE y la necesidad de renovación.

Estupendo artículo también el de Juan José Téllez Rubio, "Las horas bajas del PSOE" que en página y media nos repasa la historia de la última etapa del socialismo en nuestro país en el despertar de la democracia y la libertad: “socialismo joven de chaquetas de pana y dos caballos cutres” (ese del que su mayor protagonista, Felipe González, parece haberse olvidado con el cumplir de los años) hasta la cruda realidad actual, tan necesitada de proyectos e ilusiones de futuro.

Confieso que no puedo abstraerme de mi experiencia de  todos estos años en una estructura similar y también socialista, la UGT. Mi corta pero casi meteórica trayectoria (más por el tiempo que por otra cosa) en el seno del sindicato me ha aportado una visión bastante completa y también crítica del que debe ser un funcionamiento muy similar.

Por eso creo que el análisis de la conferencia debe hacerse desde dos puntos de vista distintos, el interno y el externo.

Desde el punto de vista interno, creo que la conferencia era necesaria y probablemente haya sido útil en un intento de equilibrar un partido muy tocado y cuestionado, hasta como oposición, que ya es complicado. La terapia de grupo en momentos así es imprescindible para cerrar filas.

La conferencias, comités, consejos y actos varios, tienen detrás, me consta, mucho trabajo y tiempo. Ponencias, argumentarios, discursos, comisiones de trabajo… mucho papel de ese que lo soporta todo, pero me pregunto si sirve de algo.

¿Tan necesario era volver a acercarse a esos principios en torno a los cuales debe girar el socialismo? Si es así, cabe la pregunta ¿cuándo se produjo el alejamiento y quién fue el responsable de él? Y en todo caso, valorar muy positivamente tanto el reconocimiento del error como la intención de ponerle remedio.

Pero ahora viene otra pregunta, ¿quienes han valorado, participado, elaborado los documentos y propuestas? ¿los mismos de siempre? ¿las bases más cercanas a la calle? ¿los aspirantes cercanos a la cúpula? ¿los aspirantes cercanos a las bases? Porque si se trata de que los de siempre, los viejos y sabios del lugar sean los que dirijan los debates, marquen los ritmos y señalen el camino, entonces ya sabemos dónde nos llevará éste, justo donde estamos ahora. De  vital importancia sería que esos proyectos de futuro los elaborasen quienes van a ser el futuro…si es que les dejan.

Tercera pregunta ¿les van a dejar? ¿O se van a aferrar al sillón del poder y a colocar a aquellos que estéticamente parezcan un cambio pero que se dejen “manejar” por las costumbres de antaño? En este sentido el debate de las caras es tan importante como el de las ideas, porque los de siempre no son tan polivalentes como para estar eternamente liderando por encima del tiempo, incorporar nuevas formas de hacer política y que además nos lo creamos. La credibilidad, ese gran problema, pasa incuestionablemente por nuevas caras.

Sinceramente sigo pensando que este tipo de estructuras se han convertido en macroestructuras excesivamente pesadas a la hora de hacerlas rodar, tienen un funcionamiento interno muy obsoleto y una prioridad sería aligerarlas y hacerlas ágiles y eficaces porque están al servicio de una ciudadanía cuyos problemas se acumulan por días y las consecuencias de éstos no pueden esperar un mandato detrás de otro.

Si a la macroorganización le sumamos el perfil de los que la mueven y su resistencia más que probada a dejar hueco, la conclusión es que el aparato fagocita al proyecto. Las ideas se ahogan entre personas con intereses particulares que utilizan la burocracia como herramienta para imposibilitar.

Que ideas inocentes, lideradas por perfiles políticos virginales sean capaces de proyectar ilusiones pueriles en una ciudadanía tan castigada, es como encontrar una aguja en un pajar.

El otro análisis el de la proyección externa, tampoco es positivo. Las cámaras nos mostraban a través de la pantalla esos usos y costumbres que las personas que militamos en cualquier organización asumimos con total normalidad y que tan sólo una cierta capacidad de abstracción puede hacernos caer en lo anacrónico de los detalles y en el rechazo que puede provocar al ciudadano de a pie, con preocupaciones tan importantes como llegar a final de mes sin morir en el intento. Me refiero a la euforia en los aplausos, a la puesta en escena de los discursos y al culto al líder, un líder que se aferra al poder de unas siglas por encima del hundimiento en las encuestas.

Entre tanto ritual, cómo no, el discurso de género en forma de la siempre recurrente brecha salarial. ¿Hasta cuándo tendremos que presenciar esta tremenda contradicción por no llamarlo cinismo? Seguir oyendo reivindicaciones sobre igualdad entre géneros por parte de instituciones y  organizaciones que en la práctica bloquean el acceso de las mujeres al poder, es simplemente inadmisible.

El remate final lo puso Rubalcaba al pronunciar el desafortunado "hemos vuelto”, inevitablemente muchos y muchas pensamos ¿también él vuelve? ¿con el nuevo proyecto? ¿con la frente marchita?

Irremediablemente el debate sobre las ideas está estrechamente vinculado al de las caras y eso significa, al de las primarias.

Lamento el análisis tan crítico sobre organizaciones a las que tengo verdadero cariño, pero la izquierda sin autocrítica, no avanza. Es necesario identificar errores y obstáculos, hacer un ejercicio de generosidad y priorizar el proyecto por encima de las personas.

La ciudadanía no se ha separado ni un milímetro de las ideas, lo ha hecho de la institución porque sus líderes no han sido capaces de mantener ondeando bien alto la bandera de las ideas.

APL



No hay comentarios:

Publicar un comentario