Las mujeres
andaluzas cobramos 4.813 euros menos al año que los hombres.
¿Los motivos?
Principalmente dos, la mentalidad machista que aún contamina nuestra sociedad y que a los empresarios les resulta muy rentable que la mayoría
de la población sea mano de obra barata. Lo denunciamos cada 22 de febrero.
En términos
generales se tiende a simplificar el asunto, cosa que a su vez dificulta la
comprensión de éste. Cuántas veces habré oído, eso de: “que las mujeres cobren
menos que lo hombres no es verdad, mis compañeras cobran lo mismo que yo” (AMÉN). Los
casos en los que dos personas con una misma categoría profesional perciban
salarios distintos están prácticamente erradicados, afortunadamente, y en el caso de detectar
alguno, con una simple denuncia a la Inspección de Trabajo el asunto queda resuelto.
La cosa no es tan
sencilla. La brecha salarial o desigualdad retributiva es una suma de muchas
discriminaciones a lo largo de nuestra vida laboral además de ser una de las
más invisibles.
En primer lugar seguimos encabezando las listas del paro, nos incorporamos más tarde al mercado laboral y a pesar de estar mejor formadas, lo hacemos en condiciones más precarias. Casi el 80% de los contratos a tiempo parcial son ocupados por mujeres y el 35% de las mujeres ocupadas además lo hace con un contrato temporal.
En primer lugar seguimos encabezando las listas del paro, nos incorporamos más tarde al mercado laboral y a pesar de estar mejor formadas, lo hacemos en condiciones más precarias. Casi el 80% de los contratos a tiempo parcial son ocupados por mujeres y el 35% de las mujeres ocupadas además lo hace con un contrato temporal.
Nuestras “intermitencias”
laborales, es decir nuestras entradas y salidas del mercado laboral, también
son determinantes en la caída de nuestras retribuciones y cotizaciones a la
seguridad social.
Y es que, a diferencia de lo que ocurre en los países nórdicos, aquí no logramos desprendernos de ese rol de cuidadoras de familiares y del hogar, del rol reproductivo. Por tanto las reducciones de jornada, las excedencias, las bajas voluntarias y, también hay que decirlo, los despidos por o para hacer uso de los derechos derivados de la maternidad o del cuidado de menores, mayores o personas enfermas siguen recayendo en nosotras.
Y es que, a diferencia de lo que ocurre en los países nórdicos, aquí no logramos desprendernos de ese rol de cuidadoras de familiares y del hogar, del rol reproductivo. Por tanto las reducciones de jornada, las excedencias, las bajas voluntarias y, también hay que decirlo, los despidos por o para hacer uso de los derechos derivados de la maternidad o del cuidado de menores, mayores o personas enfermas siguen recayendo en nosotras.
Más directamente relacionadas
con el marco legal en las empresas, hay
tres casos que deben ser especialmente vigilados:
- Categorías profesionales con
distinta nomenclatura, similares funciones y retribución menor para la
categoría feminizada, ejemplo claro, peón de mantenimiento y limpiadora.
- Pluses o complementos. Los pluses de
antigüedad son percibidos principalmente por los varones pues ellos consolidan
antes su puesto de trabajo. Concretamente en el sector industrial este plus
provoca una desigualdad retributiva del 30%. El caso del plus de
disponibilidad es similar pues, nuestra disponibilidad horaria es mucho menor
que la de nuestros compañeros debido a que, como decía asumimos casi en
exclusiva la “conciliación” de la vida familiar y laboral. Los pluses de
penosidad y peligrosidad, muy vinculados a profesiones masculinizadas como el
sector de la construcción, suponen premiar económicamente el esfuerzo físico. Sin embargo las profesiones feminizadas que cuentan con otro tipo de riesgos
como los posturales o los psicosociales difícilmente ven compensadas tales
cuestiones económicamente.
- Asimismo el techo de cristal tiene obvias
consecuencias en la brecha salarial. Accedemos en menor porcentaje a esas
categorías profesionales que están mejor retribuidas.
Y sumando, sumando llegamos al final de nuestra vida laboral no sólo habiendo cobrado menos, sino habiendo cotizado también menos. ¿Consecuencia? Unas paupérrimas pensiones, con una media del 31% menos que las de nuestros compañeros. Por supuesto las "perceptoras estrella" de las pensiones NO contributivas: nosotras.
Y sumando, sumando llegamos al final de nuestra vida laboral no sólo habiendo cobrado menos, sino habiendo cotizado también menos. ¿Consecuencia? Unas paupérrimas pensiones, con una media del 31% menos que las de nuestros compañeros. Por supuesto las "perceptoras estrella" de las pensiones NO contributivas: nosotras.
Si bien desde UGT llevamos
denunciando y trabajando sobre este asunto desde el año 2008, la cosa no pinta nada bien estos días.
No sólo por la crisis sino por las medidas que se están llevando a cabo para, “en
teoría” que no “en la práctica”, salir de ella.
El recorte en los servicios
públicos es directamente un ataque hacia las condiciones laborales de las
mujeres. Pues unos servicios sanitarios, educativos y unos servicios para personas
dependientes suficientes y de calidad, nos permitieron a nosotras un día distanciarnos del espacio privado y salir al mercado laboral.
El recorte precisamente en estos servicios puede ser el comienzo de nuestra
vuelta a casa.
La reforma laboral
aprobada por el gobierno del Partido Popular también tiene un efecto demoledor para este tema. Difícilmente la discriminación salarial es detectada directamente
por una trabajadora individual en nuestro país, es el análisis de los convenios
colectivos, la estructura salarial y las categorías profesionales es lo que permite a los representantes
legales de los trabajadores detectar las discriminaciones. Si se limita la
capacidad de actuación y de vigilancia de la negociación colectiva como se ha
hecho, damos pasos atrás.
La clave como en
muchos otros problemas es la educación. Hay un problema
educacional. Las desigualdades son mucho menos toleradas y se combaten mucho
más en sociedades donde la igualdad entre mujeres y hombres forma parte de la agenda
diaria en las familias y de los libros de texto en los centros educativos.
Sin igualdad
salarial, no habrá igualdad social.
Os invito a
consultar el informe que hemos elaborado
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