miércoles, 25 de diciembre de 2013

Gallardón parió a la mujer



Esta mañana del 25 de diciembre de 2013, recién levantada abrí el ordenador y me encontré uno de esos regalos que una no espera y que le arrancan unas risas. Mi amigo Rafael Fernando me había dejado un texto sobre el ministro Gallardón.

Durante los dos últimos años en varias ocasiones he volcado mis opiniones sobre el aborto y la postura que el actual gobierno del PP viene manteniendo y ahora imponiéndonos. Estos días son muchos los artículos de opinión publicados, pero pocos con esa manera que tiene Rafael de entrelazar palabras, jugar con ellas adornando el texto con una ironía exquisita, para terminar haciendo una crítica casi tan incisiva y dura como las propias decisiones de éste nuestro odiado gobierno.

Quiero compartirlo en mi blog porque no tiene desperdicio.

GALLARDÓN PARIO A LA MUJER
Gallardón no tiene pinta de Adán. Cambió la hoja imprescindible de parra por unos slips punto blanco que sujetan mejor eso que llaman paquete aunque nadie me haya explicado nunca por qué eso de paquete. Traje Emidio Tucci, gafas con cristal al aire y unas cejas que le sirven de tejadillo para días de lluvia. Se compró una sonrisa profidén entre tímida e hipócrita y unos andares de seminarista incapaz de masturbarse por aquello de la ceguera. Jamás cena queso ni duerme boca arriba porque le decían de pequeño que ese postre y esa postura inducían erecciones nocturnas y uno soñaba con muslos de amapolas y pubis maduros como cerezas y fresas dulces.
Gallardón dice que sus hijos son un regalo de Dios (no se atreve a decir que son obra del Espíritu Santo porque recuerda los gemidos de la hija de Utrera Molina y aquel ruego de ella gritando “no te salgas, no te vayas”) Pero en sus ratos de oración y meditación olvida aquellos jadeos pecaminosos y llega fácilmente a la conclusión de que sus hijos son un don del Altísimo conseguidos por recomendación y tráfico de influencias entre Rouco y el Todopoderoso.
Fue siempre lo que fue porque supo estar donde había que estar. Presidente de Madrid, Alcalde de Madrid con una Esperanza a la que nunca quiso hacer emperatriz de Lavapiés. Rodeó la Moncloa con la M-30 y cuando se descuidó era ministro de justicia porque Mariano lo adelantó por la M-40. Rajoy le tapó los ojos y por ahí va, a tientas, palpando tasas togadas, engarzando cadenas perpetuas revisables para cambiar el aceite a los grilletes y arengando ovarios, poniendo firmes a óvulos y espermas, entrepiernas pecadoras que se irán al infierno sólo por disfrutar del amor que dicen, pero que en realidad les queman los genitales porque satanás se retuerce de alegría porque están ganando en la cama las oposiciones para un infierno seguro, eterno, irredento, y este sí, con cadena perpetua.
Y Gallardón sufre. Y ha construido un nuevo paraíso. La mujer debe ser protegida y en consecuencia nunca saldrá de ese jardín que Alberto ha sembrado con el sudor de su frente. Ninguna nacerá de la costilla de Adán sino que brotarán del pecho del propio ministro. Así se convierte en el gran protector de la mujer. Y todo lo que su cartera ministerial haga en el futuro será para ampararla hasta de su propia libertad. Porque la libertad, lo tenía muy claro Franco y el catecismo de Ripalda, no lleva más que al pecado y la condena eterna.
Cuando en la cama ella se duerme de alegría y él se fuma el cigarrillo, Dios ha soplado en el interior del útero y ahí está ya el chaval, hecho y derecho, listo para la mili, para ser un parado, un desahuciado, un camarero en Alemania o un detergente humano en los retretes ingleses. Y Gallardón se erige en guerrero del antifaz de ese vientre, en Pelayo que reconquista zigotos hasta la rendición del paritorio. La mujer es mala. La manzana siempre está ahí, la víbora reptando, el adán siempre dispuesto a prescindir de la hoja de parra y ella ofreciendo el fruto de sus ingles.
La mujer no tiene derechos. Cocina, plancha, lavadora y estar guapa por si a él se le antoja cuando vuelve del trabajo excitado por esta compañera de pechos relucientes. Y junto a ella, indefensa y consentidora de sus instintos, está Gallardón, guardia de seguridad privatizado mediante ley de protección ciudadana de Fernández-opus-ministro-interior.
Gallardón no está prohibiendo nada, penalizando nada, concediendo nada a la Conferencia episcopal, sino que está defendiendo a la mujer de sí misma, velando por ella, liberándola de su propia libertad. Y sobre todo está cuidando zigotos de ojos azules, los brazos talidomídicos, los premios nobel, los paralíticos cerebrales…Porque Rajoy está volcado en los más pobres. Porque ha suprimido el hambre, los desahucios, las oficinas del INEM con el pleno empleo, porque ya no hay pobres pidiendo en los semáforos, porque la ley de dependencia ampara, porque…
La mujer ya no será nunca el hueso descarnado de un jardinero pervertido. Un ángel del señor se apareció a Gallardón, concibió en su seno y la humanidad le proclamó como bendito el fruto de su vientre. Amen.
Un regalo navideño.


Rafael Fernando Navarro 

lunes, 9 de diciembre de 2013

El sindicalismo en la UCI


Tal día como hoy murió, hace 88 años, Pablo Iglesias, el fundador de la UGT. Mucho dista la situación del sindicalismo de entonces con el de ahora. Probablemente si Pablo levantara la cabeza, no sabría ni por dónde empezar.
Que la situación actual del la UGT en Andalucía es más que grave no lo duda nadie a estas alturas. Al menos en algo hemos avanzado porque sólo cuando tenemos el diagnóstico claro, buena voluntad y ganas de trabajar por cambiar las cosas somos capaces de tirar adelante.

Pero hay dos opciones una vez reconocida la situación. La actitud inmovilista y conservadora: esperar que todo cambie sólo una vez que pase la tormenta y, en todo caso, si la situación aprieta demasiado, echar mano de la vieja estrategia de la “cabeza de turco” que puede ser algún trabajador (al que despedir) o ex dirigente (al que meter en “Comisión de Garantías” para expulsar). O como segunda opción está la actitud inconformista y proactiva que podría devolver al sindicato a la vanguardia: aprovechar la situación para sanear y regenerar. Opción ésta última en la que con toda probabilidad habría que reconocer errores e incorporar a la parte crítica también en los órganos de decisión.

No soy muy veterana en esto de las crisis del sindicalismo, a pesar de llevar un tercio de mi vida militando en él. Los viejos del lugar (y hablo de “los viejos” con todo el cariño y respeto porque de ellos he aprendido mucho) me cuentan “que cuando la PSV” también fue muy grave, pero “tenemos 125 años y somos una gran organización, no van a acabar con nosotros tan fácilmente”. Esta frase implica dos cosas, por un lado la “herencia recibida” como algo intocable y sagrado y por otro, la trampa de diferir toda la responsabilidad en “los otros” sin pararse a pensar qué se ha hecho mal, no todo es “ataque mediático de la derecha”, y en su caso, si lo fuere ¿qué estamos haciendo para contrarrestarlo?.

Esto último me lleva a pensar que “los viejos del lugar”, sabios por su edad, son también conservadores por su experiencia. Conozco a muchos de ellos, muchos cuyo verdadero altruismo podría ser clave para ayudar a impulsar el cambio. Pero conozco a muchos otros cuyo egoísmo les lleva a agarrar la organización entre sus toscas manos, apretarla bien fuerte como si de una propiedad personal se tratase y con la presión hacerla saltar en añicos como ha ocurrido en el caso de UGT Andalucía, donde los segundos, los egoístas, ganaron la batalla del poder y la seducción a los primeros, los altruistas, que acabaron sometidos.

Un día, allá por septiembre de 2009, me vendieron la moto de la regeneración y del cambio, de la incorporación de perfiles más actuales que impregnaran de savia nueva y que estuviesen preparados para, en un futuro no muy lejano, dirigir la organización. Concretamente me la vendió Manuel Pastrana el propio Secretario General de UGT Andalucía en aquel momento. Y sí, yo se la compré.

Pero lo peor de todo es que le compré más motos, la del staff de los vicesecretarios, liderado precisamente por el entonces vicesecretario de organización Francisco Fernández Sevilla. En palabras literales del propio Pastrana “a lo largo del mandato las vicesecretarías irían dando un paso atrás y las secretarías adelante hasta estar completamente preparados para dirigir el sindicato”. Fue así como nos colocaron una especie de “tutor inseparable”, en mi caso tutora, que dirigida y orientada por el propio Fernández Sevilla terminó agriando la savia nueva, sometiendo toda espontaneidad y claramente invisibilizando nuestro trabajo. En lugar de abrir paso, cerraba cualquier posibilidad de autonomía, bloqueaba cualquier forma de trabajo e iniciativa que nada tuviera que ver con el pasado. Todo ello acompañado de un Secretario General al que cada vez veíamos menos y con el que ya casi no había forma de “despachar”.

Cuando me di cuenta, como dice mi amigo Alfonso, tenía el garaje lleno de motos, y ninguna andaba. El staff o “La élite del pétit comité  a la que describo en mi artículo de fecha 25 de octubre de 2012, terminó secuestrando el cambio y fue entonces cuando el cambio se convirtió en el recambio, como también describo el “El manido cambio.

Lógicamente decidí no continuar formando parte de una ejecutiva liderada por Pastrana o por Fernández Sevilla, así de claro pero con palabras algo menos educadas se lo manifesté a los secretarios generales de los que dependo, el sector del comercio, la hostelería, el turismo y el juego. Me “desliberé” y me fui a mi empresa donde la labor sindical siempre ha sido muy necesaria. Mientras, el resto del Staff y de “compañeros leales” siguen liberados y recolocados en fundaciones en las que no se sabe muy bien que labor desempeñan, pero supongo que serán muy útiles para seguir bloqueando e impidiendo el cambio y la regeneración.

Estoy segura, y así me lo hacen llegar estos días por las redes sociales entre otras vías, que mi experiencia personal es la de muchas otras personas que han ido pasando por esta más que digna organización. Unas se han ido aburridas, tirando la toalla, otras se trasformaron para sobrevivir, convirtiéndose en grises ejecutores, y otras, simplemente hacen lo que pueden, ignoradas en algún rincón. Y lo peor es que algunos aún se rasgan las vestiduras cuando ven proliferar las distintas plataformas sociales.

Creo que merece la pena superar los sinsabores, seguir luchando y aportar en positivo al horizonte que se abre y que algunos pretenden cerrar con pestillo. En un momento como el actual en el que todo está en cuestión no sólo los sindicatos, también los partidos políticos, el resto de instituciones e incluso la forma de organizarnos, no puede caber la duda de sindicatos sí o no, en todo caso qué tipo de sindicato queremos. Los sindicatos tienen una más que demostrada trayectoria de conquistas sociales.

Se hace necesario poner en valor la utilidad del sindicalismo y ahí tienen un papel protagonista esas personas que están en primera línea, en los comités de empresas, esos que cuentan con una mayor representatividad por el simple hecho de que los votan afiliados y no afiliados. Esos que se parten el cobre con el empresario en las mesas de negociación para arrancarle mejoras colectivas para sus representados.

También es un momento apasionante para tomar distancia, hacer un análisis más profundo de la realidad socio-laboral y proponer cambios que nos permitan construir un sindicato más moderno, más útil y más ágil, que responda de manera eficaz a los problemas que este Estado, secuestrado por un partido ultraconservador como el PP, pretende cronificar.

Me parece que sería muy positivo que el sindicato y sus dirigentes empezasen a analizar qué problemas tiene la ciudadanía y por qué nos son capaces de  superarlos. Y hablo de analizarlos al margen de esas comisiones de trabajo esos foros perfectamente controlados en los previos de los procesos congresuales, esos en los que no todos participamos. Es imprescindible mejorar la representatividad y poner en marcha nuevas iniciativas:

Por una cuestión de espacio no ahondo mucho más en estas ideas, pero aquí las dejo y las desarrollaré en futuros artículos.

1. Hay que eliminar la brecha generacional, los jóvenes deben formar parte de las ejecutivas, dejarles actuar y hacerles sentir que se comparte el espacio con ellos en igualdad de condiciones. Un sindicato no puede permitirse proyectar una imagen envejecida. El perfil gris de señor que ha superado los cincuenta con unas condiciones laborales dignas no es actualidad.

2. Hay que eliminar la brecha de género. El techo de cristal y la segregación horizontal de mujeres en el sindicato hay que superarla. Un sindicato no puede proyectar una imagen machista. Las mujeres, la mitad del mundo, tenemos mucho que decir y opinar, también gestionar. Feminismo y sindicalismo deben ir de la mano.

3. Acabar con las conductas mas propias del clasismo que del sindicalismo, me refiero al tanto tienes, tanto vales. Las federaciones y los territorios más grandes no deben imponerse sobre los demás sino solidarizarse. En demasiadas ocasiones los equilibrios de poder y las cuotas territoriales y sectoriales impiden poner en la dirección del sindicato a las personas más capacitadas.

4. Dada la situación en las empresas, además de contar con un gabinete jurídico lo más potente posible y a la altura de las necesidades actuales, podría recuperarse la llamada “caja de resistencia” para huelgas y paros.

5. Promover una federación de personas en búsqueda de empleo, quizás les sería más fácil organizarse y buscar alternativas así que como se encuentran en la actualidad, como personas paradas con cuota especial en los distintos sectores (en general al que pertenecían en el último empleo).

6. Promover la autonomía y la gestión de los recursos económicos. Si los recursos se centralizan como ocurría en UGT Andalucía, las secretarías cuentan con una especie de “poder prestado” y no pueden responsabilizarse de una propia gestión económica.  De la misma manera cuanta mayor autonomía económica tengan los sectores y territorios, más libres serán para poder ejercer la crítica, que siempre es positiva.

7. Trabajar codo a codo con las asociaciones de consumidores para avanzar en el concepto trabajador=consumidor. Cada persona es distribuidora a la vez que perceptora de la riqueza, lo que le otorga una mayor fuerza frente al empresariado y al propio gobierno.

8. Acercamiento a las empresas de economía social para avanzar en un modelo de relaciones laborales que respete al trabajador y sus derechos y puedan convertirse en competencia de las empresas al uso con modelo obsoleto y explotador.

9. Trasladar de una manera clara la importancia de la financiación publica para los sindicatos poniendo en valor y siendo capaces de trasmitir al conjunto de la ciudadanía de una manera didáctica la utilidad de los sindicatos para el día a día de cada persona y para el conjunto de la sociedad.

10. Transparencia absoluta en las cuentas del sindicato. Hacer público cada euro que entra y a qué se destina, por ejemplo en la web del sindicato.  
Vamos tarde. Los sindicatos corren el riesgo de que cuando sean conscientes de que necesitan una transformación, se pongan en marcha y lleguen al destino, el paisaje puede que haya cambiado tanto aquí fuera que se encuentren con la surrealista situación de que tengan que volver a empezar y trabajar en un nuevo cambio.


APL