viernes, 28 de junio de 2013

Otra vez el "machismo institucional"

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Me despierta todos los días la Cadena Ser. Hoy tenía turno de tarde en el trabajo así que me quedé un rato rezagada escuchando la radio-despertador. Poco tardé en cabrearme de nuevo, como hace unas semanas. Vuelve al ataque el “machismo institucional”, otra vez. Y otra vez con la Consejera de Presidencia, Susana Díaz.

En esta ocasión era José María Rodríguez de la Borbolla “ex-ex Presidente de la Junta de Andalucía”. Si no me equivoco, este señor ocupó ese cargo con tan sólo 37 años, dos menos de los que ahora tiene Susana. Pero por lo visto con mucho más bagaje y “crecimiento personal” que ella, según podría deducirse de sus críticas declaraciones. José María, según afirma, no ve preparada a Susana. Y he aquí una desventaja, no podemos darle a la máquina del tiempo hacia atrás y descubrir qué pensaban de él entonces.

Pues claro que no la ven, ni la verán nunca, ni a ella ni a ninguna otra. Los "señores señoreados" que ejercen el poder, en general no suelen ver a nadie más que a ellos y a su "camarilla", no les da por favorecer la “integración” en altos cargos de personas jóvenes o de mujeres.

Estoy convencida de que se trata de una estrategia de supervivencia: obstaculizan la llegada, la participación en reuniones de alto nivel, el acceso a la información y al entramado en que se desarrolla el día a día político. Y llegada la hora, a las que (bichos de ellas) consiguen estar a la altura y mantenerse, muy a su pesar, las tachan de perversas y del uso de técnicas implacables (aunque se trate de las que aprendieron de ellos mismos). A las que no llegan a sobrevivir les dan las gracias por los servicios prestados y les achacan falta de experiencia, impaciencia, lo que venga bien para tranquilizar al “aplaudidor auditorio” siempre fiel y leal al líder, después adiós muy buenas y vuelta a empezar. Como consecuencia, la rotación de mujeres en los cargos de responsabilidad para mantener la cuota numérica de género y evitar que consoliden como ellos sí hacen. Eso sí luego se pegan unos discursos de igualdad que te quedas boquiabierta…

No conozco al detalle las habilidades de la Consejera de Presidencia, pero desde luego últimamente si destaca alguna, es justo la de dejar en evidencia clara, pública y notoria ese machismo institucional, rancio y arraigado en esta sociedad que no para de caminar hacia atrás.

A este señor, retirado ya de la vida pública (al menos eso dice la Wikipedia de él) hay que reconocerle sin duda alguna, la gran herencia que él y otros “varones” de su generación nos han dejado a Andalucía. Pero, en mi modesta opinión, habiendo sido parte tan importante de la historia del pueblo andaluz, hoy no debiera, ni él ni ningún otro, ser noticia justo por resistirse a que la historia continúe por otros derroteros que nada tienen que ver con etapas de antaño.

Llama la atención cómo cada vez que asoma la cabeza alguien que no responde al perfil de la manada, los viriles rugidos empiezan a resonar desde lo más profundo de la selva. Implacables, ellos sí que lo son. Tan implacables que para que un perfil como el de una mujer joven sea aceptado, ha de llegar de la mano de alguien tan veterano y como mínimo, igual de implacable que ellos. Alguien con la misma experiencia, eso sí con distintas aspiraciones. Y es que nada parece tener que ver Pepe Griñán con aquellos “apoltronados de profesión”. Sobre eso no creo que a estas alturas quepa duda alguna.

Bastante (me da la impresión y quede claro que es una impresión muy personal) ha debido lidiar el actual Presidente de la Junta para mantener a raya al patriarcado político de turno a la hora de dar mínimamente un aire nuevo a tanto entorno de “rancio abolengo” y rodearse de dos perfiles jóvenes como son los de Mario Jiménez y Susana Díaz.

Entre los que se resisten atrincherados al pasado como la familia Alcántara en “Cuéntame”, los que piensan que la Revolución hay que hacerla “a la de ya” (porque está claro que vamos tarde) y los que hasta ven en perfiles como el de Susana Díaz “más de lo mismo” no hay manera de sacar esto adelante. Las estructuras están inmóvilizadas, petrificadas y al final terminarán derrumbándose por su propio peso. Eso sí, llegado el momento del derrumbe que no nos quepa la menor duda que habrá alguna mujer por ahí a la que echarle la culpa.

Hay dos argumentos muy socorridos en casos como el que abordo en este post. Uno el manido “lo de mujer y joven no ha de ser una prioridad, lo importante es la valía y capacidad”…Me llevan los demonios cada vez que oigo esto. ¿Nos toman por tontas? ¿O es que quieren decir que no estamos en la dirección de la política, ni de las organizaciones e instituciones porque nuestra valía o capacidad es menor? Está claro que hay un problema de representatividad, no hace falta que lo diga el 15M (o sí). En nuestro caso, el de las mujeres, más grave si cabe, a pesar de ser más de la mitad de la población no decidimos sobre los problemas y el futuro de ésta. Y por supuesto estoy convencida que esto más que tener que ver con una cuestión de valía, lo  tiene con una cuestión de resistencia patriarcal y machista. De negarse a hacer un ejercicio de responsabilidad y de generosidad y dejar hueco.

Otro de los argumentos esgrimidos es “no oigo propuestas convincentes por parte de jóvenes ni de mujeres”… Nos ha jodido (con perdón) como para oírlas, si no les dejan ni respirar. Si el 90% del tiempo en este tipo de “estructuras macroestructuradas” lo pasan esquivando dardos que tiran a matar, reponiéndose a las zancadillas e intentando saber por dónde va todo detrás de esas solemnes puertas de despacho que se cierran en sus propias narices para, entre otras cosas, no oír propuestas distintas precisamente…

Me pregunto qué habrá hecho Susana Díaz para merecer la ira de tanto dios celestial y sólo encuentro una respuesta: ser mujer y tener posibilidades.

En fin, insisto, dejen paso señores, dejen paso que el barco se hunde.

APL


lunes, 24 de junio de 2013

La última estocada de Mariano, la reforma de la administración pública

Fotografía de Huffington Post

La última estocada mariana contiene ni más ni menos que 217 medidas para “RECORTAR” la administración pública, nada de “REFORMAR”. A estas alturas a pocos se les escapa ya que cuando Mariano y su equipo dicen “reforma” lo que no quieren decir es “recorte”. No quieren decirlo sino hacerlo y además “a saco”.

Podríamos estar ante uno de mayores ataques del gobierno del Partido Popular hacia la ciudadanía de este país, si no el que acabe de una vez con todo. Esta “reforma” es mucho más grave de lo que puede parecer a simple vista. Supone un paso más en esa “hoja de ruta” que el partido en el gobierno ha marcado para este país. Y quiero insistir en la idea de la “hoja de ruta” porque es importante que a medida que nos obligan a avanzar entre tanto caos por esta senda de difícil retorno a corto o medio plazo, no podemos permitirnos -por muy noqueados que nos encontremos- perder esa perspectiva que nos lleve a analizar la fotografía completa al volver la vista atrás.

Como digo, la “medida” es especialmente grave no sólo por lo que supone en sí misma sino por el resto de “medidas” que la han precedido. Entre otras, hay dos consecuencias importantes que de manera irremediable se derivarán de ella.

Por un lado la pérdida de empleo y el deterioro de las condiciones laborales de las personas que trabajan en el sector público.

Desde que se impusiese la reforma laboral hace más de año y medio, conviene recordar que los sindicatos no hemos dejado de rebelarnos contra lo que consideramos una verdadera agresión hacia los derechos de cualquier persona que aún conserve el empleo o que en el futuro pueda acceder a él. En el sector privado claramente, pero ¡OJO! también en el público. Y es justo el momento de recordar que la citada reforma, entre otras bondades, abrió la puerta al despido y a la modificación de las condiciones laborales en el sector público. ¿Nos acordamos de aquello? Pues ya está aquí, llamando a la puerta nuevamente en este preciso momento en el que difícilmente este país puede ya soportar  el peso creciente de las colas del paro.

Por otro lado está ese irrefrenable deseo que muestra el Partido Popular hacia todo lo caro. Esa manía por tender a privatizarlo todo, una auténtica canallada si tenemos en cuenta que podemos estar hablando, como es el caso, de la sanidad o la educación. Es tremenda la obsesión por hacer inaccesibles unos derechos básicos para un sector la población cada vez mayor y de paso dificultar la protección que el Estado debe proporcionar a la ciudadanía entera independientemente de las circunstancias personales de cada cual.

Nos espera a la vuelta de la esquina el retorno a las dos Españas, la de los ricos explotadores y la de los pobres explotados. Ese país sin término medio que sus antecesores (los del Partido Popular) impulsaron por todo el territorio y que afortunadamente terminó cayendo tras largos y duros esfuerzos por la construcción del Estado del Bienestar.

Todo esto ocurre bajo el populista grito de guerra ¡muerte a los políticos!. Y vuelvo a la idea de la “hoja de ruta” porque ¿cuánto tiempo se llevan alimentando ideas, más desde unos sectores que desde otros, como la de que los políticos son todos unos corruptos y unos estómagos agradecidos, o la de de que los funcionarios son unos vagos inútiles, o la de que la sanidad pública es una “mierda” como he oído en más de una ocasión?

¿Qué ocurrirá cuando no haya políticos, cuando no haya trabajadores garantizando al ciudadano unos servicios básicos, cuando no haya sindicatos que defiendan los derechos laborales, cuando no haya instituciones a las que acudir ante una situación de emergencia? Sálvese quien pueda, quien pueda pagarse la salvación, claro.

Estando muy de acuerdo con que hace falta una revisión de la administración pública para modernizarla y hacerla más ágil y eficaz, lo siento pero esta moto tampoco se la compro al Partido Popular.

Ni es el momento, ni es el PP el partido más indicado para llevarla a cabo. Así que espero que apretón de manos que presenciamos toda España hace unos días entre Rubalcaba y Rajoy no se estrene metiéndole mano a la administración pública.

Este país espera y desea el consenso, siempre y cuando éste venga desde el respeto a la diferencia de opiniones y no desde la imposición de unas ideas sobre otras.

APL

martes, 4 de junio de 2013

Más allá de futbolistas, entrenadores de basket, maestros shaolines e “hijoputas” varios

Barcelona, julio 2012
El mes de mayo se ha despedido de una forma vergonzosa, pero es que junio no ha empezado mejor. No me refiero a la crisis, ni a las cifras de paro sino a la violencia machista, a la cantidad de agresiones y de asesinatos de mujeres. Me refiero a que nos están maltratando y matando sin parar.

Se ha dado la circunstancia de que algunas de las agresiones han sido perpetradas ó “presuntamente” perpetradas por deportistas: un jugador del Real Betis Balompié , un ex entrenador del Cajasol y anteayer mismo un “maestro shaolín” en Bilbao… “hijoputas” varios, en palabras de Gonzalez Pons.

Pero igual podía haberse tratado de bomberos, músicos, escritores, políticos, o saltimbanquis. El problema no es la profesión del maltratador, el problema es que el maltrato se ha colado por cada poro de esta sociedad, se dedica a cualquier oficio, no tiene clase social y se refleja demasiados espejos.

Y como para todo, no es lo mismo una línea política que otra. Eso es obvio. Los partidos progresistas suelen (o solían) apostar más por los problemas sociales y por las personas en situaciones de mayor desprotección. En este sentido hay que reconocerle al PSOE (y al Gobierno de Zapatero) un trabajo serio y una apuesta valiente.

Los partidos conservadores suelen “lavar la cara” con normas o leyes muy estéticas pero poco efectivas. Y es que el hecho de que se tomen decisiones políticas o se elaboren leyes enfocadas a un problema concreto, como pudiera ser la violencia de género, sirve de poco, si el conjunto de decisiones de un gobierno o la normativa general no acompaña para alcanzar el objetivo.

Para entendernos, ¿de qué sirve que PP anuncie una “Estrategia Nacional 2013-2016 para la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres” si en la práctica sólo les falta mandarnos a casa a “hacer punto de cruz”? ¿De qué sirve que denuncien públicamente la violencia si después imponen una reforma laboral que debilita la negociación colectiva y favorece las desigualdades entre mujeres y hombres en las empresas? ¿De qué sirve que “Macho-Pons” los llame “hijoputas” si luego “Mrs-Mato” no se atreve a vocalizar “v-i-o-l-e-n-c-i-a d-e g-é-n-e-r-o”? Son contradicciones del sistema.

Pero ¡ojo! Porque hay otro número importante de “contradicciones” que no son patrimonio de la derecha. También son prácticas habituales en “entornos de izquierdas” o progresistas. Son los “micromachismos” que practicamos todos los días y que nos llevan hacer de esta sociedad una sociedad poco igualitaria y un perfecto caldo de cultivo para esa misma violencia que queremos erradicar.

Está muy bien que “señores muy señoreados de esos que nunca van mojados”, denuncien públicamente los asesinatos de mujeres. Pero yo, además, les animaría a que revisasen su comportamiento cotidiano, con sus colegas de profesión, con sus compañeras de partido, de sindicato o de asociación. Con sus jefas, con sus médicas, con sus “gobernantas”.

No vaya a ser que, inconscientemente, en lugar de restar estemos sumando a esta barbarie. No vaya a ser que cuando nos miremos al espejo nos quedemos cortos de miras, y no seamos capaces de ir más allá de la madre, esposa, hija o hermana (que para ellos son intocables).

Libérense de ese "paternalismo rancio" y vayan más allá, revisen su comportamiento diario porque igual la clave contra la violencia de género tenga que ver con eso. Con reeducarnos y aprender aquello que no nos enseñaban en las escuelas de antaño.

Esta crisis está teniendo unos efectos devastadores, pero entre otras cosas, también se está ocupando de dejar al descubierto las contradicciones del sistema, de las instituciones y de las personas. La calle está rechazando aquello que no es auténtico, los dobles discursos afortunadamente están en peligro de extinción.

Siempre que me refiero a la violencia de género me gusta recomendar el excelente material que elabora FETE UGT, en sus distintas campañas “Educando en Igualdad”. Porque sólo la educación puede acabar con los crímenes machistas.

lunes, 3 de junio de 2013

Javier Marías (II) "Puras hipocresía o contradicción"

Ayer destacaba la valentía que, a mi entender, demostraba Javier Marías en su artículo "La marca España y las ratas" de pasado domingo en una denuncia abierta, pública y contundente. 
La segunda parte de su artículo ha sido publicada hoy en El País Semanal bajo el título "Puras hipocresía o contradicción". Si el primero me pareció bueno, el de hoy me ha parecido genial. Difícilmente se puede ser más coherente. 
Me ha encantado y lo comparto con vosotros.


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Ilustración de Sonia Pulido

La idea de la Marca España es la de una apropiación indebida. Con alguna excepción (quizá el deporte en los últimos veinte años), la política de este país ha sido poco propensa a ayudar a las personas de talento e iniciativa; más bien les ha puesto trabas y obstáculos, y en la actualidad – de nuevo– las insta u obliga a emigrar. Está reciente el caso de Diego Martínez Santos, elegido mejor físico joven del continente por la Sociedad Europea de Física casi al mismo tiempo que la Secretaría de Estado de Investigación le denegaba aquí una beca Ramón y Cajal alegando, precisamente, su falta de “liderazgo internacional”. Dios les conserve la perspicacia a sus miembros. También el de Nuria Martí, cuarta firmante del hito mundial del año en investigación biológica (la obtención de células madre humanas), huida a Oregón tras haber sido despedida del Centro Príncipe Felipe de Valencia por un ERE en 2011. Hay una larguísima tradición en España de expulsión, encarcelamiento o persecución de sus mejores intelectuales, artistas, científicos e investigadores. Desde Goya y Blanco White y Jovellanos y Moratín hasta Cernuda, Machado, Juan Ramón, Salinas, Carner, Guillén, Aub, Ayala, Zambrano, Alberti, Chacel, Corpus Barga, Chaves Nogales, Barea y tantos otros. Durante unos años pareció que el ambiente español se hacía respirable, e incluso regresaron los exiliados republicanos que quedaban vivos. Ahora, bajo este Gobierno declaradamente enemigo de la cultura y la ciencia, toca otra vez largarse o quedarse aquí resistiendo. Mi padre, recuerdo, explicó en sus memorias, Una vida presente, por qué no se marchó del país tras la victoria de Franco, estando como estaba en peligro y con negras perspectivas. Había razones de carácter personal, pero me interesa la siguiente: “Aunque no me hacía grandes ilusiones sobre mí mismo, pensaba que si los que tienen capacidad de expresión abandonan a su pueblo, es muy difícil que no decaiga, que pueda levantarse”. A veces permanecer, con privaciones y hostilidad, requiere más esfuerzo y valor que marcharse. Si todo el mundo de valía se va, ¿qué posibilidad de mejora le resta al territorio desértico? ¿O de “salvación”?

¿A qué viene apropiarse institucionalmente de los logros individuales y azarosos, debidos al talento y al denuedo de las personas, sino a una hipócrita tentativa de instrumentalización?"

Todavía hoy, los españoles que destacan no lo hacen por serlo, como pretende fingir el concepto de Marca España, sino por casualidad, cada uno en su campo, y en muchas ocasiones pese a serlo. ¿A qué viene entonces apropiarse institucionalmente de los logros individuales y azarosos, debidos al talento y al denuedo de las personas, sino a una hipócrita tentativa de instrumentalización? Más aún cuando el Gobierno de Rajoy ha elegido como primeras víctimas de sus recortes a la cultura, a la educación, a la ciencia y a la investigación. ¿Qué diablos haría mi imagen, o la de cualquier otro escritor, “adornando” ese vídeo del que hablé hace una semana y que se presenta con pompa pasado mañana en Bruselas, mientras el presupuesto de este año para las bibliotecas públicas ha sido de cero euros, o se mantiene la más absoluta permisividad con la piratería de textos en Internet, que a la larga nos llevará a unos cuantos a dejar de escribir? ¿Qué la de cualquier cineasta o actor, cuando los teatros y cines han pasado de golpe de un 8% de IVA a un 21%, convirtiéndonos en el país europeo con el mayor gravamen impuesto a los aficionados a esas dos artes que el Gobierno rebaja a meros “espectáculos”, y en consecuencia se cierran salas sin parar? ¿Qué cualquier músico o cantante haciendo propaganda no de su país, sino de un Gobierno que raquitiza las escuelas de música clásica y –como los anteriores, en eso no hay diferencia con los socialistas– hunde la industria, de nuevo con su pusilanimidad ante los internautas más desaprensivos? ¿Qué la de cualquier médico notable, mientras la sanidad pública es desmantelada, privatizada, reducida y encarecida? ¿Qué la de cualquier científico o investigador de renombre, cuando a sus colegas se les ha cercenado o suprimido toda ayuda económica para realizar su labor y se los empuja a irse de España para sobrevivir?

El Gobierno no desea apoyar la ciencia ni la cultura (no hay medios para eso, aduce), pero su aversión a ellas es tal que ni siquiera está dispuesto a consentir que las financie la sociedad civil, como sucede desde siempre en los Estados Unidos. No otra explicación tiene que una posible Ley de Mecenazgo, que permitiera desgravarse las aportaciones a museos, publicaciones culturales, conciertos, representaciones teatrales y demás, esté congelada o cuente con la abierta oposición del Ministerio de Hacienda. ¿Qué sentido tiene, así pues, que la Marca España presuma de los rostros y nombres de personas destacadas en el terreno de las artes, mientras desdeña y combate esas artes?

No sé qué habrán contestado los demás individuos a los que la Marca España haya pedido autorización para utilizar su imagen, pero mi respuesta fue escueta: “Le agradezco su proposición y su interés, pero no voy a participar en algo auspiciado por un Gobierno, como el actual, que atenta incesantemente contra todas las actividades culturales españolas. Su política en ese campo y el proyecto de que me habla son pura contradicción”. Preferí este último vocablo al otro que barajaban mis dedos, “hipocresía”. Debo decir que recibí en seguida –justo es consignarlo– una contestación aún más escueta, pero sumamente educada y comprensiva. Al menos sabe guardar las formas ese Alto Comisionado.

Por Javier Marías

Javier Marías (I) "La marca España y las ratas"

Hablar claro y usar la palabra como denuncia tiene un “valor” incalculable.  Sobre todo en un momento como el actual, en el que el sistema, en plena decadencia y soportado sobre unos tambaleantes cimientos llamados instituciones, pretende taparnos la boca y ahogar cualquier atisbo de crítica.
En los tiempos que corren la “valentía” de la denuncia, la irreverencia y del descaro son todo un riesgo. Simple y llanamente porque el sistema lleva demasiados años tejiendo una tela de araña para bloquear opiniones discordantes y en caso de no conseguirlo, para hacer pagar al denunciante una factura muy cara.

Opinar distinto es interpretado por el poder establecido como una “deslealtad” al sistema. Un sistema que, por otro lado, se pudre entre sus propias aguas estancadas.
Siempre me gustaron las personas valientes. Siempre pensé que por ellas crecemos, se producen los cambios necesarios y se descubren otras formas de ver la misma realidad.

En tiempos convulsos como los que vivimos la censura, disfrazada de formas distintas a las de antaño, vuelve a asomarme y a enseñar sus garras hasta en los medios “más progres y novedosos”. Pero también proliferan artículos de opinión contundentes y con agrias denuncias. Eso me pareció el pasado domingo el artículo “La Marca España y las Ratas” por Javier Marías en El País Semanal y quiero compartirlo con vosotros.

APL
Ilustración de Sonia Pulido
 "A través de Yolanda Cortés, encargada de prensa de la Editorial Alfaguara, me llega una aparente petición (luego se verá que no lo es tanto) cuyo remite tiene el pomposo y ridículo nombre de “Alto Comisionado para la Marca España”. Ya la mera idea de considerar España una “marca” (como también se hace con Cataluña, Andalucía y demás) habla del carácter venal y propagandístico de ese “ente”, auspiciado por el actual Gobierno, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores y amparado al parecer por la Corona. A su frente está Carlos Espinosa de los Monteros, que ha sido Presidente, “entre otras compañías”, de Iberia, Mercedes-Benz, Daimler-Chrysler y González-Byass, para que no quepa duda de cuáles son los propósitos (más bien quiméricos, como comentaré el próximo domingo) de dicha Marca.
Este Alto Comisionado ni siquiera sabe cómo tratar a las personas en su petición, relacionada con un inminente acto de presentación de la Marca en el Parlamento Europeo en Bruselas, en el que se mostrará un vídeo al final del cual “habrá una parte dedicada a aquellos ‘rostros que nos representan allá donde vayan”. Así que están contactando “con gente destacada de varios sectores”. “La imagen”, dicen, “se proyectaría junto con el nombre y el oficio durante un breve periodo de unos tres segundos (dependerá de cómo encaje todo)”, para lo que piden la autorización de los elegidos.
La Marca España, entre otras cosas, son las RATAS correteando como conejos por entre las mesas de las terrazas de la Plaza Mayor de Madrid"
 Ya es bastante preocupante, e incluso amenazante, descubrir que uno, sin comerlo ni beberlo, y según este Alto, “representa” a algo más que a uno mismo “allá donde vaya”. Es decir, no tiene escapatoria. Si uno es español de nacimiento y pasaporte (cosa accidental en gran medida), y ha hecho alguna cosa “destacada” en su “oficio”, está representando a España le guste o no, tenga la opinión que tenga de este país y de sus Gobiernos, y haya o no intentado, a lo largo de su vida, apartarse y luchar contra lo que se ha considerado más típica o genuinamente español. En mi caso particular, durante al menos treinta y cinco de los cuarenta y dos años que llevo publicando, gran parte de los críticos, colegas, funcionarios literarios y prensa poco menos que me negaron la nacionalidad, pese a haber escrito siempre en español. “Es un inglés que se traduce a sí mismo, y su castellano está lleno de extranjerismos e incorrecciones”, vendría a ser, en resumen, el veredicto que recibí de muchos durante mucho tiempo. Ahora resulta, sin embargo, que “represento” a España –santo cielo– “allá donde vaya”. Da lo mismo si viajo a un país u otro o si me quedo aquí sin moverme: en la frente llevo un cartel que no pone mi nombre –lo único de lo cual respondo y que “represento”, otra aspiración me parecería megalómana–, sino “Marca España”. Lo que me vienen a comunicar es esto: “Usted es español y se lo conoce algo por ahí fuera, así que se jode”.
Pero ya he dicho que la petición no es tal del todo. Me imagino que esa autorización para el uso de la imagen y el nombre se la habrán solicitado a muchísimas personas más famosas y notables que yo, y que lo habrán hecho en parecidos términos: “Este vídeo”, sigue la carta, “va a utilizarse también como vídeo promocional de la Marca España, así que se pretende tenga una gran proyección nacional e internacional. Si estuviera interesado en aparecer le agradecería” la mencionada autorización, “y si quisiera podría enviarnos también alguna imagen o vídeo suyo”. No sé si se dan cuenta, pero de pronto la petición se ha convertido sibilinamente en un favor que el Alto le va a hacer a uno. “Si estuviera interesado en aparecer”, se permiten añadir de repente, como si la iniciativa no partiera de ellos. No “Si tuviera a bien aparecer” ni “Si aceptara …” ni “Si no tuviera inconveniente en …”, nada de eso. Bueno, pase que a mí me tomen por un piernas, probablemente lo sea. Pero supongo que habrán recibido una carta similar celebridades como Nadal, Montserrat Caballé, Savater, Fernando Alonso, Casillas, Penélope Cruz, Adrià, Plácido Domingo, Pérez-Reverte, Almodóvar, los Gasol, Barceló, Amancio Ortega, Banderas, Mendoza, Alejandro Sanz, Ruiz Zafón, Iniesta o Bardem. El Alto debe de creer, por lo visto, que todas estas personalidades enloquecerán (iba a escribir “perderán el culo”, pero es algo grosero) por que su rostro y su nombre aparezcan durante tres segundos –con suerte– en una promoción de la Marca España. Será que andan necesitadas de “proyección nacional e internacional”, y ese vídeo va a proporcionársela.
El domingo que viene contaré cuál fue mi respuesta, y también en qué consiste hoy la Marca España, en mi opinión propia de un piernas. Pero les adelantaré ahora una escena reveladora y reciente, que jamás había contemplado en mi ciudad, ni siquiera en los años cincuenta en que nací. La Marca España, entre otras cosas, son las RATAS que ya he visto varias noches correteando como conejos por entre las mesas de las terrazas de la Plaza Mayor de Madrid, una de las más turísticas y emblemáticas del país (como para sentarse a esas mesas). El Madrid deteriorado de la alcaldesa Botella de Aznar. El Madrid controlado por el PP desde hace más de veinte años. Peligrosas, insalubres, transmisoras de enfermedades, campando a sus anchas en pleno centro de la capital del Reino. Esa es una de las imágenes actuales que debería meter en su vídeo ese Alto Comisionado".