sábado, 16 de agosto de 2014

Antes de "morirse", las mataron

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Nos despertamos con otro asesinato machista, hoy en Móstoles. Aún no sé que van a recoger los titulares pero éste, el de la foto, es de hace unos días. Y al leerlo, a una no le queda otra que empezar el día enervándose. Es indignante toparse con la “pasividad” del verbo “morir” para referirse al asesinato de otra mujer, ya sólo falta que el verbo se utilice también en su versión reflexiva, “morirse”. Seguimos, literalmente, perdonándole la vida al machismo.

Pareciera que se murió así, porque sí. Como si entre la vida y la muerte no hubiese pasado nada, si acaso “unas manos”. Pero no, lo que pasó es un puñal que le rasgó la piel, atravesó su cuerpo, paró su organismo y le arrancó la vida, con tan sólo 25 años.
A Verónica, a Sara, a Mª Carmen, a Yolanda y a Ana Mª, a todas… antes de morirse, las mataron y antes de matarlas, sin lugar a dudas, como a la grandísima mayoría de nosotras, las discriminaron. Es indignante ver cómo, a pesar de lo dramático del asunto, esta sociedad sigue pasando de puntillas por una misoginia que nos impide avanzar más rápido y hacer, cuanto antes, de ésta una sociedad más igualitaria.

Los datos hablan por sí solos: SEIS mujeres asesinadas en menos de un mes, TREINTA Y SEIS en lo que va de año y MIL TRESCIENTAS TRES mujeres asesinadas en nuestro país desde el año 1995. Es evidente que hay que seguir removiendo conciencias, denunciando cada caso y peleando porque la violencia machista, mientras no cese, siga siendo noticia. Cada mujer asesinada ha de sentirse como un grito de desesperación que pide la ayuda de todos y cada uno de nosotros.

Pero además de mantener en nuestra memoria la foto fija de cada tragedia, también hay que profundizar en los motivos que llevan a ella, y me refiero a los motivos colectivos, los que más pesan, esos tics y conductas arraigadas socialmente, que terminan reflejándose en cada espacio particular, en cada hogar, en cada centro de trabajo, en cada aula…
Mientras sigamos resistiéndonos a atajar este mal desde todos los flancos, la violencia en todas sus formas se seguirá colando por cada rendija, por cada poro de esta sociedad sin que casi nos percatemos.

No estamos preparados para identificar cada pequeña señal de alerta. Y lo peor, no estamos dispuestos a prepararnos. Para que cese este horror hay que acabar con cada decisión discriminatoria, con cada acto injusto y con cada micromachismo persistente.
Salvando las distancias, con los crímenes machistas ocurre lo mismo que con el resto de discriminaciones por razón de sexo: de los prolegómenos ni hablamos. Si tomamos como ejemplo la desigual distribución de la riqueza entre sexos o la feminización de la pobreza, prestamos atención a lo global, pero dejamos escapar el día a día. Nos puede resultar escandaloso el hecho de que nosotras lleguemos al final de nuestras vidas laborales con unas pensiones un 31% de media inferior a las de nuestros compañeros… pero ¿estamos dispuestos como clase social que somos, los unos y las otras, a profundizar en los motivos de esa menor cotización a la seguridad social durante nuestra trayectoria profesional?

¿Estamos dispuestos como sociedad a sacar la lupa y a reconocer que SÍ se da la tan cuestionada discriminación salarial? ¿Las intermitentes salidas y entradas del mercado laboral para soportar (nosotras) la conciliación? Y muy importante ¿estamos dispuestos como sujetos políticos a poner remedio a, por ejemplo, el llamado “techo de cristal” –también en los partidos-?

No morimos, nos matan. Y no renunciamos, nos excluyen.

El colmo de todo es que si una se pone a pensar en las distintas opciones para una solución futura, la cosa no pinta nada bien. De la derecha ni hablamos, ya sabemos lo que piensan sobre subvencionar escuelas que segregan por sexo sus aulas, sobre nuestra autonomía en relación con nuestras decisiones sexuales y/o reproductivas, sobre la propia violencia machista… De ellos ya lo sabemos todo y nada esperamos.

Pero, ¿y de la “nueva izquierda” que viene? Esa que por lo visto va ser la hostia (con perdón) de revolucionaria en todos los sentidos –menos, al parecer, en el feminista-. Es y será una izquierda masculinizada cuyos cambios vendrán de la mano de una nueva generación patriarcal que se llama Pedro Sánchez en el PSOE, Alberto Garzón en Izquierda Unida, Pablo Iglesias en Podemos y Juan López de Uralde en EQUO. Sin comentarios.

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¿“Podemos” transformar la sociedad en un espacio (como dicen todos ellosmás participativo, más democrático, más igualitario… y todo eso que suena tan bien, dejando a las mujeres otra vez al margen? Porque hacer política sin nosotras es hacer una política sesgada, discriminatoria, poco participativa y excluyente.
Pero cuando la evidencia nos sonroje, siempre “podemos” echar mano de una de esas “mujeres precocinadas” en el fogón de alguno de esos maravillosos “Chefs políticos”…esas que se prestan al varonil juego y abandonan la lucha por la igualdad entre géneros.
Y mañana, seguiremos siendo nosotras esas que “morimos” así, como quien no quiere la cosa.

APL
15 de agosto, 2014

domingo, 3 de agosto de 2014

Mujeres que hacen música

Cada vez que mi amigo Ignacio sugiere algún espectáculo, concierto o visita, el éxito está asegurado. Ayer la propuesta fue especialmente acertada, como no podía ser de otra forma siendo además protagonistas las mujeres.
Escribía él mismo hace unos días sobre ellas en su reportaje en El Mundo “Del pentagrama al celuloide”, después de haber entrevistado poco tiempo antes a Beatriz González Calderón, la directora y “lideresa” de esta especial iniciativa.



El lugar, el Teatro del Mar, en Punta Umbría, allí estrenando el espectáculo “Sonando de Cine”, la Orquesta de Cámara de Mujeres Almaclara-Inés Rosales, rendía homenaje a las grandes Bandas Sonoras Clásicas del cine. Y plantarse allí en algo más de una hora de camino, sentarse relajadamente y disponerse a abrir un paréntesis para los sentidos, fue todo un lujo.
Pronto aparecieron en el escenario quince mujeres, andaluzas jovencísimas, ataviadas de largos vestidos negros que proporcionaban a la fotografía una elegancia similar a las piezas que de inmediato empezaron a tocar o a los propios instrumentos que parecían acariciar.



No sé si me estaré haciendo mayor, pero no pude evitar mientras disfrutaba de la maravillosas notas con que Almaclara impregnaba aquel auditorio, pensar en ellas y sus vidas. Chicas muy jóvenes, con una formación excelente en la que probablemente sus padres pusieron gran empeño y esfuerzo de todo tipo, también económico. Quince mujeres, a las que esta especie de “burbuja femenina”, creada por otra mujer, les está permitiendo desarrollarse y demostrar su capacidad, su talento y su potencial.



Una pequeña burbuja en un mundo de hombres que se obceca en diluir el talento de la mujer, sin dar oportunidad a una forma distinta de hacer y construir mundo. Un paréntesis  en un país gobernado por varones que, entre otras cosas, se empeñan en recortar en cultura y formación, en una sociedad machista que insiste en aniquilar al “otro sexo”, en un mundo laboral con “hormigonado” techo de cristal, en un panorama político que sigue teniendo cara masculina, por mucho que se empeñen en cambiar la chaqueta gris marengo y la corbata por el vaquero, la chupa de cuero o incluso la coleta. Un sindicalismo que, cuanto más a la izquierda, más cavernícola.
Está claro que en todos lados cuecen habas, y que en el mundo de Beatriz, el de la música clásica (porque también es el suyo, por mucho que se empeñen ellos en “tomarlo”), no es difícil sentir la aplastante visibilidad masculina del “gremio”. Solo hay que ponerse frente a la tele y observar cada 1 de enero “El Concierto de Año Nuevo”.

Dice la propia Orquesta de Cámara de Mujeres Almaclara en su presentación “surge en 2008 con el objetivo de reivindicar y homenajear a todas las mujeres que, a lo largo de la Historia de la Música, no han conseguido alcanzar sus metas debido, no a su falta de talento, sino a su sexo. De ahí surge el nombre de nuestra Orquesta, en el que no sólo pretendemos reflejar el espíritu que nos mueve en la dirección del deleite musical, sino también rendir homenaje a dos de las mujeres más representativas de la Historia de la Música, como son Alma Mahler y Clara Schumann, que, si bien fueron músicos de un altísimo nivel creativo y técnico, se mantuvieron siempre a la sombra de una sociedad y un gremio eminentemente masculino”.
Sí, anoche fue un soplo de aire fresco y de esperanza en este panorama asfixiante. Y a una no le queda más, después de vivir esta experiencia musical,  que reafirmarse en sus convicciones y seguir haciendo del feminismo una forma de vida.



APL
2 de agosto, 2014