miércoles, 14 de enero de 2015

Un nuevo curso político, una misma asignatura pendiente.


Asistíamos la pasada semana al inicio del curso político y parece lógico que quienes tienen que gestionar  “la cosa pública” se resistan a caer en la mayor de las desesperanzas. Pero entre esto último y dar el espectáculo debería, cuanto menos, existir algún punto intermedio.

Me refiero en este caso a la política municipal “made in Sevilla”, que viene sufriendo tremendo deterioro en los últimos tiempos. Escuchar las primeras declaraciones del año por parte del alcalde de la ciudad, me produjo cierto bochorno. Se deshacía en elogios Juan Ignacio Zoido hacia su manido “mapping” como si se tratase de un “pack de gestión para cuatro años” que le hubiesen regalado por navidad. Como si no hubiera nada más allá, ni paro, ni desahucios, ni pobreza… nada, Sevilla y su gestión política se han reducido a esta proyección en 3D sobre los muros del Ayuntamiento.

Pero lo mejor aún estaba por llegar, días después, muchos asistíamos impávidos a la imagen del señor alcalde embelesado frente a la lámpara del Teatro Lope de Vega en cuya restauración se han destinado algo más de 44.000€. Y en estas estamos en la política municipal… Esperando que el mapping o la preciosa lámpara cree empleo estable.

No parece que esta forma de hacer política se diferencie demasiado de otros ámbitos. Si la ciudadanía está desesperada, los políticos parecen estarlo aún más. Toca rebuscar entre las ruinas de un país devastado, encontrar esa aguja en el pajar, algún entretenimiento con el que distraer al pueblo, alguna lámpara mágica que “inaugurar”, algún dato que entresacar con el que, mínimamente, mirar de nuevo a cara de la gente, en definitiva, eso, algún clavo ardiendo al que agarrarse aunque uno termine quemado.

Y es que afrontamos un nuevo año electoral, y muchos, en estos tiempos de convulsión, deben estar aún debatiéndose entre subirse al tren de la nueva política, ese “prometer hasta meter”, o permanecer  fieles a las viejas y conservadoras costumbres cuya máxima responde a la segunda parte del dicho, “una vez metido, olvidar lo prometido”. No le ha ido mal este axioma, por ejemplo, al actual partido en el gobierno. Recordemos si no, a la Secretaria General del Partido, Dolores de Cospedal, palestina al cuello, proclamando a su partido como “el partido de los trabajadores”… ahí es nada.

Me pregunto si, entre la inmemorial palestina del anacrónico Sánchez Gordillo y la ventajista pañoleta de Dolores de Cospedal no hay tregua. Llama la atención la dificultad política de encontrar el punto intermedio en este país bipolar, incapaz de abandonar los extremos e instalarse en el equilibrio de la cordura, de los derechos conquistados, de la libertad y del respeto.

En fin, parece que el curso político comienza otra vez con los mismos en la cuneta, los trabajadores, y dejando para septiembre la misma asignatura, la del empleo.

APL.