viernes, 31 de mayo de 2013

Por si éramos pocos, la abuela parió un nuevo interlocutor social: el Banco de España

Fotografía de "El Confidencial"
Ha sido llegar a casa hoy, encender la tele y volverme a cabrear. Esta vez, aunque no es la primera, con el Banco de España.

Y es que esto ya es demasiado. Oír las recomendaciones de estos tipos y no convulsionar empieza a ser complicado. 

Entre otras "lindezas", Luis María Linde, gobernador del Banco de España, pide que se trabaje pormenos del salario mínimo (645 euros).  Esto, que es una barbaridad, se convierte en una desvergüenza cuando además una se entera de que (supongo que por otras cosas aparte de este tipo de propuestas) él se ha embolsado la friolera de 81.320 euros en tan sólo siete meses...pero no pasa nada.

Para no quedarse corto, también propone  "explorar la posibilidad de establecer nuevas fórmulas que permitieran, en casos especiales, la desviación temporal respecto a las condiciones establecidas en la negociación colectiva, o mecanismos excepcionales para evitar que el salario mínimo actúe como una restricción para grupos específicos de trabajadores con mayores dificultades para su empleabilidad". Casi nada...

Me pregunto ¿quién es el Banco de España para hablar de condiciones laborales? Que yo sepa, hasta hoy, no son interlocutores sociales. ¿Quién es Luis María Linde para auto-erigirse como tal? Que yo sepa, lo que debiera preocupar y ocupar a este señor sería la manera de hacer fluir el crédito y en todo caso, que el poder adquisitivo de la gente aumentara, no sé… incentivar el consumo, … que el dinero vuelva a circular (por los cauces oficiales, claro)…Supongo que si hay alguien a quien deban preocupar estas cosas es a este señor.

Aunque últimamente quepa la duda, una gran duda, supongamos que estos tipos son unos “monstruos” de la macroeconomía, desde luego de lo no parecen tener idea es de lo que ocurre en las empresas. Más concretamente en las mesas de negociación dónde se pactan las condiciones laborales de los trabajadores. Donde cada día, con la ayuda del gobierno nos roban más derechos. En ese sitio donde cada vez somos menos capaces de frenar los despidos, de frenar la disminución de salarios y de sostener las mínimas condiciones laborales.

Ahí en las mesas de negociación, es dónde ustedes no están legitimados para participar. Menos mal porque no nos hacen falta, en serio. Ya tenemos allí, justo enfrente al otro lado de la mesa, a algunos de sus amigos, esos que defienden los intereses empresariales y “económicos”. Ya nos resulta bastante complicado a la “parte social” salvaguardar una mínima dignidad para la gente de a pie que aún conserva el empleo. Son demasiados los esfuerzos baldíos en demasiadas ocasiones para que también ustedes nos vengan con ideitas como las que hoy han hecho públicas.

Insisto ya tenemos bastante con la CEOE y con el Gobierno del PP,  así que hágannos un favor y dedíquense a lo suyo, que fluya el crédito de una vez.

APL

viernes, 24 de mayo de 2013

“Nos indignamos por educación”



La indignación empieza a salirnos hasta por las orejas; el vaso ha rebosado en distintas formas, una de ellas “las mareas”: la blanca, la verde, la violeta…. Pero es justo “contra viento y marea” la manera en que este gobierno ha decidido dirigir el país.

Estamos atrapados en el vaivén político al que nos someten quienes cada cuatro años deciden sobre nuestras vidas. No es habitual que la puesta en escena de la alternancia política sea tan traumática y suponga un impacto como el actual sobre la ciudadanía, por más que cada opción política tenga su orientación ideológica

El Partido Popular se ha empeñando en no dejar títere con cabeza. Con la manida crisis como coartada no hay palo que no toque. Con la situación económica por bandera se terminan inmiscuyendo hasta en nuestra vida sexual y reproductiva. Aprovechan la situación económica para realizar una contrarrevolución conservadora.

El “modus operandi” es primero amagar, luego golpear y finalmente noquear. Anuncian el recorte de turno, después esperan y observan la reacción ciudadana, que es de confusión absoluta y de rechazo ante la pérdida de derechos consolidados, y finalmente, pasado un tiempo, cuando ya “nos hemos hecho a la idea”, entonces decretan y ejecutan.

Es tal el efecto “shock” que cuesta llevar la cuenta al día. Modificación del código penal, recortes en sanidad y en dependencia, derechos de las mujeres  escrachados, tijeretazo en los derechos laborales y un largo etcétera conforman un “totum revolutum” en medio del cual, hay algo especialmente importante y que no podemos pasar por alto: la educación.

El ministro Wert, uno de los brazos armados del presidente, ya lo advirtió “si hay que cambiar la ley se cambiará", y vaya si ha tardado poco el cambio prometido: el último Consejo de Ministros aprobó la impopular LOMCE.

El gobierno tiene su hoja de ruta bien marcada y pretende asegurarse de que, cuando lleguemos al final del camino, cualquier retorno sea lo más complicado posible. Por eso es clave la educación.

Tocar la educación es tocar los cimientos de una sociedad entera y desequilibrarla. Facilitar o dificultar a la gente el acceso a la educación y a la cultura es hacer de un derecho para todos un lujo para las élites. Las sociedades, los países, el mundo necesitan para crecer personas formadas intelectual y emocionalmente.

No es lo mismo un pueblo ignorante que una ciudadanía sabia, claro que es una cuestión ideológica señores del PP. O de adoctrinamiento, como ustedes mismos lo llamaban cuando se referían a la asignatura “Educación para la Ciudadanía”.

Ustedes no quieren personas libres de pensamiento, con opinión propia ni con capacidad crítica. Por eso sus leyes diferencian, distinguen, segregan, separan, dividen y aborregan.

Claro que es una cuestión ideológica. Nada más sano a veces que echar la vista atrás. Fue la II República precisamente una de las etapas más convulsas, pero también de importantes conquistas que  hicieron mella en la memoria colectiva. Ocurrieron cosas tan esenciales e innovadoras a la vez, como que la enseñanza religiosa en la escuela pública pasó de obligatoria a voluntaria, se llevó a cabo una de las mayores alfabetizaciones de la población que haya conocido la historia de este país, el acercamiento al pueblo de la cultura, del cine, del teatro,  de actividades diversas, hasta bibliotecas ambulantes. Se aprobó la ley del divorcio, se celebraron las primeras elecciones con sufragio femenino, el aborto fue legalizado. Una época también en la que el derecho laboral  se vio ampliamente beneficiado y con ello la clase obrera. Destacaron leyes como la de la jornada máxima, la contratación laboral, la regulación del derecho a la huelga, el aumento de salarios, etc.

Generaciones como la mía nos indignamos porque tenemos educación, hemos crecido impregnados de valores enormes, como la solidaridad, la responsabilidad, la tolerancia, la empatía, la igualdad y la justicia social. Nos revolvemos porque sentimos que nos roban nuestra herencia y gritamos porque no queremos seguir su hoja de ruta.

Tan importante es la educación que, con toda probabilidad, su modificación determine los futuros niveles de indignación. Una educación basada en criterios elitistas, en función de la renta, es una semilla de pobreza para el futuro que será complicado revertir

¡Quién sabe si futuras generaciones educadas en otro modelo tendrán esa posibilidad! La de la indignación, digo.

APL

jueves, 23 de mayo de 2013

Susana “la chica de Presidencia” y Don José “el señor Defensor del Pueblo”



Me he pensado muy mucho si escribir este post o no hacerlo. Sé que puede generar bastante polémica, pero confieso que me ha ganado la partida, una vez más, la indignación. En este caso ante el machismo recalcitrante que envenena este país.

Anoche vi en el muro de Facebook de un amigo la siguiente noticia de ABC “Chamizo: la chica de Presidencia y un  psicópata del PP decidieron que tenía que irme” 

Me hierve la sangre ante tanta misoginia. Las mujeres no podemos callarnos ante este tipo de atropellos, ninguna de nosotras.

Es de libro. Es un claro ejemplo de discriminación por razón de sexo. En el caso de Susana Díaz, el hecho de que además sea joven no le ayuda nada.

Quiero dejar claro que a Susana Díaz apenas la conozco y prácticamente por los medios de comunicación. Poco más, pues ha trascurrido poco tiempo entre su llegada a la Consejería de Presidencia e Igualdad y mi salida de la Secretaría de la Mujer de UGT Andalucía. Susana y yo hemos cruzado saludos de, como mucho, minuto y medio y no más de tres o cuatro tweets. Ah, y un acto en Carmona con motivo del día de la Mujer Trabajadora durante la campaña electoral, cuyas consecuencias ya pagué a pesar de haber seguido todos los “protocolos al dedillo”, cosas de las instituciones/organizaciones que jamás llegaré a entender.

Por otro lado, José Chamizo me venía mereciendo bastante respeto. Me parecía un hombre bastante coherente con un buen trabajo a sus espaldas. Eso fue hasta ayer, cuando leí sus declaraciones entrecomilladas. En tan sólo segundos, a mi entender, ha tirado a la basura diecisiete años de trabajo.

Las declaraciones de José Chamizo hacia Susana Díaz son machistas, así de claro. Conozco perfectamente ese machismo institucional gracias al cual siempre somos “jóvenes inexpertas”, dignas de constante acompañamiento y vigilancia. Ese machismo que te mantiene en permanente tensión por mantener el equilibrio porque el más mínimo resbalón a ti siempre te cuesta el doble o el triple que a ellos. Ese machismo que pretende convertir cualquier visibilidad o proyección pública en ninguneo. Esa red de comentarios, zancadillas y maldades que se teje entre pasillos y despachos. Lo conozco bien, demasiado bien.

No sé si Susana es un bicho o un ángel, no sé que hay detrás de todo esto. Lo que sí sé es que es la Consejera de Presidencia, se esté más o menos de acuerdo con ella y su actitud. Y merece el mismo respeto que sus compañeros Pepe Griñán, Presidente de la Junta de Andalucía o Diego Valderas, Vicepresidente de la misma. No es la primera vez que oigo a alguien referirse a Susana como “la niña” en tono despectivo y en insospechados lugares.

No me interesa conocer el "entramado político" que ha llevado a esta decisión, ni tan siquiera el “entramado patriarcal” que conduce a este tipo de actitudes. Lo que me interesa es denunciar la discriminación de una mujer joven y con un alto cargo, político en este caso.

Puedo entender que el señor José Chamizo, después de  tantos años como “defensor del pueblo” ande con un cabreo de mil demonios tras su destitución. Pero, soy de las que piensan que uno tiene que estar preparado para salir de los sitios por la puerta grande. Puedo llegar a pensar que preso de su entorno, de una sociedad patriarcal e incluso de su momento histórico (llamémoslo edad) sea incapaz de ver otra perspectiva. Puedo hasta creerme que haya sido una traición del subconsciente y haya dicho públicamente lo que  debió quedar en el pasillo. Pero, desde luego, sus manifestaciones son intolerables, y me hacen sentir tremendamente decepcionada. Porque en demasiadas ocasiones las formas nos hacen perder la razón.

Sólo haciendo un rápido análisis de género, así por encima, llama la atención que el “psicópata del PP” citado en el artículo pase tan desapercibido que ni conocemos su nombre, porque entre otras cosas, el propio Chamizo no quiso facilitarlo.

Llama la atención que Chamizo no cargue las tintas contra, por ejemplo, el máximo responsable de la Junta de Andalucía, que lo es para lo bueno y para lo malo.

Llama la atención que se hable de la Consejera como “la chica” o “la niña” y a ninguno de sus compañeros se les llame, no sé, por ejemplo “vejestorio”…por decir algo.

Me pregunto si Susana será capaz de conservar su puesto tanto tiempo como José Chamizo lo ha hecho, porque la rotación de mujeres en los cargos (para que no consolidemos) también es digna de análisis.

Además de una cuestión de género estoy convencida de que también hay una cuestión generacional. Sólo espero que esta crisis, no sólo económica, también de espacio, no lleve a las instituciones-organizaciones a una guerra entre mujeres jóvenes y “jarrones chinos”. Porque hacen falta renovación y caras nuevas si queremos salir de esto.

Sinceramente, creo que esto merecería unas disculpas por parte de José Chamizo y el apoyo unánime de los “barones” hacia la Consejera.

La unidad de la izquierda también nos incluye a las mujeres. No podemos seguir permitiendo ningún tipo de discriminación, de violencia o de machismo porque así no avanzamos. Mucho menos la institucional que parte justo de aquellos que nos representan o debieran hacerlo.

Dejen paso señores.

APL.

martes, 21 de mayo de 2013

"Instinto Maternal" por Juan José Millás

No he podido resistirme a traer a mi blog la página 11 del País Semanal del pasado domingo 19 de mayo. La que para mí fue la imagen y también el comentario que llenó la revista completa.

"Ser niña en India es una maldición, cosas de la cultura. Lo curioso es la protección
que alguien que no ha sido ni deseado ni querido ofrece a ese muñeco, casi diabólico"


"Tiene más valor el muñeco, porque es varón, que la persona de verdad, porque es hembra. Hablamos de India, aquel lejano país lleno de adherencias míticas y místicas adonde los occidentales seguimos yendo a meditar como idiotas, y en el que una niña es un desecho, un retal, una basura. Será violada por un vecino, cuando no por su padre, antes de que aprenda a escribir. Muchas de estas niñas no están siquiera registradas, así que carecen de existencia oficial, por eso no les pixelamos el rostro, como a las nuestras. Puede pasar el hombre del saco y llevárselas sin que nadie las reclame en comisaría. Alumbrar una niña en India es una maldición, cosas de la cultura. Mueren en cantidades industriales, comparadas con los hombres, porque se las maltrata desde el mismo instante en el que llegan a este mundo. Ni medicinas ni comida ni amor, pasan el día en el centro de la calle, por donde suele correr un arroyo de mierda apto para coger la peste.
Nada nuevo, en fin, disculpen la reiteración, estamos acostumbrados a esos mocos, a esos harapos, a esa cara sucia, a los piojos que sin duda anidan en su pelo. Lo curioso es el instinto maternal de la pequeña, inconcebible en quien no ha sido ni deseado ni querido. Ese instinto tiene más mérito si reparamos en la expresión del muñeco, que es la de un psicótico, signifique lo que signifique psicótico. Acaban de arrancarle los ojos y ahí lo tienen, al borde de la carcajada, como si no pasara nada, tan feliz de haber encontrado una madre adoptiva sin futuro. El mundo de los muñecos es también un espanto."
Juan José Millás


jueves, 16 de mayo de 2013

Mujeres y cooperativas: la emancipación desde la economía sostenible



En un momento como el actual en el que el nivel económico del país es de derrumbe absoluto y en un marco en el que la política no es capaz de dar solución a los problemas de la ciudadanía se hace necesaria una revisión en profundidad no sólo de las causas que han podido llevarnos a este callejón –de momento- sin salida, también es imprescindible barajar posibles alternativas que puedan “paliar” la situación y mostrarnos alguna luz al final del túnel.

La macroeconomía mundial ha terminado asfixiando a la microeconomía familiar, las sobre prácticas empresariales han acabado determinando al dedillo la normativa laboral actual y relegando al individuo de  protagonista su propia vida al papel de extra de un thriller surrealista.

El panorama no puede ser más desolador, con unos índices (crecientes) de desempleo del 36% en Andalucía, con unas dificultades de inserción laboral inmorales, con unas dificultades de permanencia en el empleo insólitas y con una precariedad tan absoluta que hace del día a día un totum revolutum de desahucios, endeudamiento familiar y drama social.

Si centramos nuestra necesidad primordial como seres humanos y como individuos sociales en la emancipación económica y como consecuencia de ella el derecho a tener cubiertas unas necesidades básicas como la vivienda y el trabajo digno, seremos conscientes del tremendo retroceso por el que nos están arrastrando.

En toda esta barbarie de injusticias, como siempre las más perjudicadas las personas que ya partían de una situación de desigualdad y me refiero concretamente a las mujeres. Si corríamos mientras otros caminaban para llegar a la misma meta, la zancadilla brutal a la que asistimos nos lleva a caernos de boca y a vernos obligadas a, como tantas veces en la historia hemos hecho, volvernos a levantar y seguir adelante aún siendo conscientes de que nuevamente nos llevan “ventaja”.

Entiendo que la anteriormente citada emancipación tan sólo será posible si se da una redistribución de la riqueza justa y equitativa. Y quizás sea en este punto en el que el cooperativismo aparezca como una isla en medio de un salvaje entramado empresarial. 

El marco legal cooperativo se compromete a sostener los valores legales de la responsabilidad democrática, igualdad, equidad y solidaridad, basados en el esfuerzo propio y la ayuda mutua. Nada que ver como están organizadas mayoritariamente las empresas de hoy en día, que suelen ser entidades jerárquicas, que persiguen el máximo beneficio en detrimento de las condiciones laborales de las personas que trabajan en ellas.

Además, el sistema actual no distribuye los beneficios económicos de manera igualitaria entre ambos sexos, ya que las mujeres siguen siendo todavía económicamente dependientes de los hombres, a pesar de su presencia creciente en el mercado laboral.

Las mujeres son víctimas de desigualdades sociales basadas en las clases sociales, los grupos étnicos y el sexo y entre ellas, las jóvenes y las indígenas son especialmente víctimas de exclusión. 

El número insuficiente de las mujeres dentro de los gobiernos y en todos los niveles de las instancias de poder retrasa la mejora de las condiciones de vida de esta porción de la población, por cierto mayoritaria. Asistimos a un proceso de feminización de la pobreza, a tal punto que todas las estrategias dirigidas a combatir las desigualdades de género parecen ser centrales para lograr reducir la pobreza en el mundo. Pues las mujeres ganan de media, dos tercios menos que los hombres.

Si partimos de lo establecido en la Declaración de Beijing y su plataforma para la acción y el género de 1995, resultado de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, y la sumamos con la definición de valores éticos y principios cooperativos de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI)  que ha colocado entre sus prioridades la cuestión de la promoción de la participación activa de las mujeres en la cooperación, nos encontramos con un cooperativismo en clave de género del que deberíamos partir.

Las cooperativas representan una forma de convivencia democrática y una alternativa económica humanizadora en la cual las mujeres han encontrado un espacio para participar, condiciones de empleo mejores y más flexibles y, como consecuencia, un mejoramiento de la calidad de vida. Las cooperativas de trabajo están abiertas a todas las personas que la conforman de una manera participativa y democrática pues todas las socias de la cooperativa son iguales a la hora de responder a sus derechos y obligaciones y el reparto de los beneficios es equitativo.

Por esto, con esta fórmula se han creado empleos de mujeres tanto a nivel rural como urbano: en el sector agrícola, de artesanía, el de preparación y conservación, etc. Las mujeres en las cooperativas superan con más facilidad las relaciones de subordinación y además influyen positivamente en otras mujeres, cambian los referentes y colaboran activamente en el desarrollo de las sociedades dónde estas cooperativas se ubican.

Si en el momento actual las cooperativas y los cooperativistas se están interrogando sobre el papel y sobre el futuro que el movimiento cooperativo podrá jugar en el nuevo siglo, no pueden prescindir de las mujeres, pues una gran parte de la historia de este siglo ha sido escrita por ellas y su batalla por la emancipación y la conquista de la igualdad. En  cada parte del mundo, las mujeres continúan combatiendo las discriminaciones que sufren para afirmar su dignidad y para participar plenamente en las políticas que les afectan, que son todas.

Por esto es importante conjugar los valores propios del cooperativismo con los ideales feministas, pues si queremos conformar organizaciones de trabajo diferentes, democráticos e igualitarios para salir de la crisis que han producido otros sistemas, tendremos que aprender de los errores, y el gran fracaso sería la exclusión de las mujeres por el mero hecho de serlo, pues esto es una discriminación de partida incompatible con lo que significa el valor de la cooperación.

APL