miércoles, 24 de abril de 2013

Yo también soy de UGT

Las primeras elecciones sindicales en las que participé. Isla Mágica 2002.
De  izquierda a derecha,  Ana Pérez Luna, Eduardo Bohórquez Leyva,
Manuel Pastrana Casado, Francisco Domínguez Villalón,
Cándido Méndez, Manuel Fernández Algaba, Rafael Martín Arcas
No pensaba que, a estas alturas, tuviese que reafirmarme en ciertas cuestiones, pero visto lo visto, más vale.

Sí, yo también soy de UGT. Y me siento orgullosa de ello. Espero no tener que jurarlo con la mano sobre los Estatutos Confederales ni nada por el estilo.

Ante las noticias publicadas por ABC recientemente sobre UGT Andalucía y concretamente sobre la figura del compañero Manuel Pastrana, tengo que decir que estoy absolutamente de acuerdo con el Secretario General. Yo también creo que se trata de una campaña de desprestigio iniciada hace tiempo contra los sindicatos de clase. De hecho, aunque sólo fuera por aquello de disimular, “la caverna” podía haber incluido en sus “pesquisas” al otro agente social: la CEA. 



No sólo estoy de acuerdo con artículos de opinión como el de Román Orozco titulado “A la caza del sindicalista”   o “Muerte a los sindicatos”de Iñaki Gabilondo, sino que además lo he compartido en este, mi pequeño espacio de libertad: mi blog personal. Denuncié tales actitudes en mi post “Un amanecer perruno” en “Mariano no nos quiere”, en “Las gamberras no están en la calle”, en “Arturo dándolo todo” en “Cinismo en estado puro”, y en tantísimos otros...


Por ello reitero, que me parece repugnante el ataque personal y el ensañamiento hacia Manolo o cualquier otro dirigente.

Eso sí, hasta ahí. Porque tengo la impresión que, de manera intencionada o no, se están mezclando distintas cuestiones. Una, efectivamente, el ataque mediático; y otra bien distinta, el debate sobre el cambio o la posibilidad de una lista alternativa a la “oficialista” para el 10º Congreso de la UGT Andalucía. 

Y, ni esto último debe servir como ariete para machacar personalmente a nadie, ni lo primero para arrasar con todo y vapulear a UGT Andalucía. Dicen que a río revuelto ganancia de pescadores. Así que, insisto, conviene diferenciar ambas cosas.

Y quiero centrarme en el debate sobre el cambio. La crítica es buena, positiva, sana y conveniente para la higiene democrática del sindicato y de cualquier otra organización. Lo preocupante sería lo contrario, que no hubiese diferentes opiniones en el seno de un sindicato como UGT Andalucía. Puedo entender que, bien en un exceso de celo, bien por la obsesión de control, desde el ejercicio de la responsabilidad se llegue a intentar aniquilar cualquier corriente crítica. Pero, sinceramente, no creo que ese sea el camino.

Sí, yo también soy de UGT, y me siento orgullosa de ello. Espero que nadie a estas alturas lo cuestione.

Somos muchas las personas que militamos en las bases de la organización y/o en la estructura orgánica. Somos UGT para negociar convenios colectivos, lo somos para negociar descuelgues salariales y ERES cuando también toca, somos UGT para dar la cara (y que a veces te la partan) en las asambleas en los centros de trabajo, lo somos para llevar a cabo procesos electorales y de afiliación. Precisamente por eso, porque somos UGT para todo ello, también queremos serlo para decidir y opinar sobre lo que ocurre en el Sindicato y sobre qué modelo queremos.

El mundo está cambiando muy deprisa y es necesario que las estructuras también lo hagan, la calle pide nuevos perfiles, mayor horizontalidad y más cercanía. Eso se palpa a diario, más en las empresas y en la calle.

Mi opinión es crítica, no es ningún secreto. Desde bien pequeña, como tanta otra gente, aprendí a rebelarme ante las injusticias. También como muchas otras compañeras y compañeros soy crítica porque, desde nuestros pequeños o grandes espacios, aspiramos a transformar un poquito el mundo a nuestro alrededor, que buena falta le está haciendo. 

Nos gusta aportar nuestro granito de arena para luchar por una realidad mejor, y queremos que la UGT cada día sea más fuerte. Lógicamente queremos que un mayor número de personas se sienta cómoda en ella, también los inconformistas y/o críticos.

Es eso justo, el carácter inconformista y el hecho de que nos hierva la sangre ante los abusos y atropellos, lo que nos trajo hasta aquí mismo, a la UGT, a “la casa del pueblo” a participar, a debatir y a aportar. Son señas de identidad de esta organización la vanguardia, la lucha, la crítica, el inconformismo, la rebeldía…

Por supuesto que sí, que hace falta un cambio, un cambio de verdad y un debate profundo. 

APL.



1 comentario:

  1. Un excelente artículo Ana, injusto el trato que se le está dando a Pastrana. Yo también considero que ya que damos la cara a veces se debería tener más en cuenta a las bases y eso no pasa siempre por decir amén.

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