Hoy 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente.
Entiendo que precisamente hoy debiéramos reflexionar sobre si, hoy por hoy, este mundo es un lugar habitable para nuestras generaciones venideras.
Debiéramos también pensar en la perspectiva de género, pues no podemos olvidar que los diferentes papeles asignados a mujeres y a hombres en el mundo nos sitúan a nosotras en una posición de especial vulnerabilidad ante los desastres naturales, ya que administramos el hogar, trabajamos la tierra, aprovechamos y reciclamos los recursos naturales, pero no controlamos las decisiones que pueden afectar al entorno en el que vivimos.
La deforestación, la escasez de agua, los posibles residuos químicos, afectan a todas las comunidades que sufren estos problemas, pero las mujeres son las que recolectan, las que buscan el agua o la leña, etc.
La carencia de toma de decisiones de las mujeres, déficit que tenemos tanto en países desarrollados como en países subdesarrollados, en todo lo que afecta al medio ambiente, además de ser un reparto de poder injusto, afectará muy negativamente a la efectividad de las políticas medioambientales, pues no se puede obviar el trabajo doméstico y familiar realizado por las mujeres en el mundo y sus interacciones cotidianas con su entorno.
El desarrollo sostenible exige que se reconozcan y se valoren las múltiples maneras en que las vidas de las mujeres se interrelacionan con las realidades del medio ambiente. Tiene que asegurarse la vigencia del derecho de la mujer a ser propietaria de tierras y a heredarlas. Es preciso garantizar la seguridad en la tenencia de la tierra, tanto individual como comunitaria; las mujeres deben tener acceso al crédito y a los servicios de difusión agrícola y ordenamiento de los recursos y que se las incluya en las decisiones con respecto a la organización y el contenido de los servicios. La participación de las mujeres debe abarcar la información, la educación y los servicios de salud reproductiva y los derechos reproductivos. La opción con respecto a la fecundidad entraña un avance hacia la igualdad: las mujeres así facultadas pueden intervenir en otras decisiones del hogar y la comunidad, por ejemplo, acerca de la educación y la atención de la salud de las niñas; el uso de los recursos comunes y el desarrollo de oportunidades económicas. Nuestra participación en las decisiones relativas a la salud y el medio ambiente beneficia a los individuos, a la sociedad y al propio medio ambiente.
Las mujeres tenemos mucho que aportar, y no se ha contado con nosotras en el sistema de vida actual, modelo que degrada y destruye el mundo natural en el que vivimos, que explota indiscriminadamente los recursos naturales, que incentiva un consumismo innecesario e irresponsable con el medio ambiente y que por supuesto fomenta la pobreza y la exclusión.
Es necesaria, hoy más que nunca, una verdadera apuesta por un modelo sostenible e igualitario que cuente con nosotras, no nos excluya ni nos invisibilice. No entendemos un mundo igualitario sin una política que defienda el medio ambiente, ni políticas medio ambientales que no tengan en cuenta a la mitad de la población que habitan en el mundo que tratamos de defender.
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